Corría agosto de 2011, Dilma Rousseff gobernaba Brasil y Fernando Haddad se preparaba para incursionar por primera vez en una lid electoral un año más tarde. Entonces, Luiz Inácio Lula da Silva le dio su “bendición” en un evento.
“Serás un excelente candidato”, le dijo el ex presidente y líder del Partido de los Trabajadores (PT), sin imaginar que, siete años después, en esa sentencia radicarían buena parte de las esperanzas del histórico partido de izquierda de volver a mandar en el país.
Si el PT se impone en las elecciones del 7 de octubre, y en la hipotética segunda vuelta tres semanas después, conseguiría el hito de ganar sus quintos comicios consecutivos y Haddad, un político natural de Sao Paulo de 55 años, se convertiría en el nuevo presidente de Brasil.
Ex ministro de Educación (2005-2012), ganó la alcaldía de Sao Paulo en las elecciones de 2012 y en los siguientes años se convirtió en uno de los principales referentes del PT a nivel nacional por su gestión al frente de la metrópoli más grande de Sudamérica.
Tras ser designado aspirante oficial por la inhabilitación de Lula, Haddad tendrá una tarea muy complicada en lo que queda de campaña: deberá reemplazar al carismático ex mandatario y mostrar que es un candidato con peso propio, y al mismo tiempo, tendrá que mantener presente la figura de su mentor.
Lula, preso desde abril, tiene un 40 por ciento de las preferencias electorales: el objetivo de su sustituto será quedarse con todo ese caudal de votos. Sin embargo, la figura intelectual de Haddad es casi opuesta a la de Lula en lo que representan para el electorado. Y eso puede ser un difícil obstáculo a superar.
Haddad un “hijo” de la gran metrópoli que probó ser uno de los mejores en la academia: entre 1981 y 1996 se graduó en Derecho, Economía y Filosofía por la Universidad de Sao Paulo (USP). Se afilió al PT en 1983 tras participar en otras organizaciones de izquierda. Después de doctorarse en Economía y Filosofía, Haddad comenzó a aproximarse a la gestión pública.
En 2001 se integró a la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Económico de Sao Paulo y cuatro años después, le llegó su gran oportunidad: en 2005, con Lula en el gobierno, fue nombrado ministro de Educación.
Haddad recibió muchos elogios por la buena gestión realizada hasta 2012: en ese periodo de bonanza económica en Brasil se crearon 14 nuevas universidades, se amplió el acceso a la enseñanza para los estudiantes de las clases más humildes y se repartieron más de 700 millones de libros gratuitos en todo el territorio nacional.
Fue el propio Lula quien lo propuso después como precandidato del partido a la alcaldía de Sao Paulo. Y tras vencer a José Serra, del tradicional Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), estuvo cuatro años al frente de la ciudad más populosa del país, en los que cosechó apoyos y críticas por igual.
Tras casi 40 años en la política de Brasil, le llegó la oportunidad tan anhelada: ¿Podrá ser el candidato que, a la sombra de Lula, le devuelva a la izquierda la banda presidencial en el país más grande de América Latina?
Haddad, el que menos se parece a Lula da Silva
LA ALDEA
La nueva apuesta del PT para la presidencia de Brasil tiene el reto de capitalizar la popularidad de su mentor.
Río de Janeiro /
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