Finalmente, tras siete años de debates, el Parlamento israelí aprobó el jueves un texto, que entró en la categoría de las leyes fundamentales que hacen de Constitución en Israel, un país sin Carta Magna, el cual lo define como el “Estado nación del pueblo judío”, lo que motivó acusaciones de “racismo” hacia la minoría de parte de la bancada árabe, a pesar de la enmienda de última hora a un controvertido artículo.
Durante los debates, el diputado árabe Ayman Odeh enarboló una bandera negra en la tribuna para dar testimonio de “la muerte de nuestra democracia”, y su colega Yusef Jabareen dijo que alentaba “no solo la discriminación sino también el racismo, y perpetuará el estatuto de inferioridad de los árabes en Israel”, casi 20 por ciento de 8.6 millones de habitantes.
El Estado hebreo actúa como “un movimiento colonial, que prosigue la judaización de la tierra y continúa robando los derechos de sus propietarios”, agregó.
También la Unión Europea se dijo “preocupada” por una ley que podría “complicar” la solución de los dos Estados para el prolongado conflicto palestino-israelí, que inició hace 70 años, cuando Israel creó su Estado en tierras del Mandato Británico de Palestina con acuerdo de las Naciones Unidas pero se ha negado a permitir que los palestinos hagan lo propio en su porción de territorio cada vez más ocupado por Israel.
Según el titular de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erakat, el texto “legaliza oficialmente el apartheid” contra la población árabe palestina.
En opinión de Piotr Smolar, corresponsal en Jerusalén del diario francés Le Monde, la ley es una “marca identitaria” promovida por la derecha israelí desde hace mucho tiempo según la antigua idea de hacer de Israel “el hogar nacional del pueblo judío”.
Agrega que el texto reagrupa en otras leyes los elementos que figuraban ya en la declaración de independencia de 1948 y pasa revista de los atributos de soberanía como la bandera, el himno nacional y el calendario judío.
“Pero también incluye cláusulas más sensibles”, agrega, como definir a Jerusalén como la capital “completa y unificada” de Israel, cuando el estatus de la tras veces Ciudad Santa no debería ser cambiado, según el consenso internacional, sino al final de las negociaciones de paz con los palestinos.
“También degrada la lengua árabe a un estatus especial, siendo a partir de ahora la única lengua oficial el hebreo”, destaca Smolar.
Por último, dice, le da un “valor nacional” al desarrollo de los asentamientos judíos —en tierras árabes—, que el Estado “deberá promover”, en contra de la ONU, que ha declarado “ilegal” dichas colonias.
Debatida desde 2011 bajo distintas formas por los diputados, “la ley fue el pretexto para la implosión del gobierno a fines de 2014 y la convocatoria a elecciones anticipadas por (el premier Benjamin) Netanyahu”, recuerda Smolar. Agrega que “sus adversarios consideran que el equilibrio entre los principios democráticas y la naturaleza judía del Estado está amenazado”.
Jordania, que firmó con Israel un tratado de paz y administra los lugares santos de cristianos, judíos y árabes en Jerusalén, denunció “una ley que consagra la discriminación racial”, “aleja las perspectivas de paz” y “anima al extremismo y la violencia”.
Desde la creación de Israel en 1948, no se había votado ninguna ley sobre las lenguas oficiales. El hebreo y el árabe se consideraban hasta el momento como lenguas casi oficiales, utilizadas en todos los documentos estatales, pero la nueva ley oficializa solo al hebreo.
La radio pública destacó que de los 120 diputados de la Knesset (parlamento), 45 parlamentarios judíos de la oposición votaron en contra.
Desazón y rabia en la raíz árabe de Israel
LA ALDEA
La decisión de elevar a rango constitucional la definición del país como “Estado nación del pueblo judío” complica la búsqueda de una solución al conflicto con los palestinos.
México /
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