El año que está por concluir pasará a la historia por sus eventos meteorológicos extremos padecidos en todos los rincones del planeta: olas de calor, sequías, hielo derretido en el Ártico, incendios, inundaciones y huracanes, entre otros. Todos con un origen en común: el cambio climático.
De esta manera, 2019 se consolida dentro de los tres años más cálidos desde que existen registros, pues se han se percibido “niveles excepcionales de temperatura”, según el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas.
“Las olas de calor y las inundaciones que antes sucedían una vez por siglo se están convirtiendo en eventos regulares”, explicó Taalas en el marco de la presentación del informe anual de la OMM en la COP25 de Madrid.
El documento de la organización presenta un escenario muy oscuro, partiendo de que las concentraciones de gases de efecto invernadero alcanzaron en 2018 nuevos récords, hasta llegar a 407.8 partes por millón de CO2; el metano a 1.869 ppm y el óxido de nitrógeno a 331 ppm, es decir, 147 por ciento, 259 por ciento y 123 por ciento más que los niveles preindustriales de mediados del siglo XVIII. Y aunque los datos de 2019 aún no están disponibles, la OMM cree que superarán a los de los años anteriores.
Con semejantes niveles de gases en la atmósfera, la temperatura global entre enero y octubre de 2019 se situó 1.1 grados por encima de las temperaturas registradas entre 1850 y 1900, casi rozando el objetivo de los 1.5 grados que los científicos consideran asumible y cada vez más cerca de los dos grados fijados en el Acuerdo de París de 2015, que son vistos como la barrera que no se puede superar sin que la humanidad quede expuesta a consecuencias devastadoras.
“De hecho, ya estamos más cerca de los tres grados”, advirtió Taalas. Y a este ritmo, la temperatura del planeta podría aumentar hasta los cuatro o los cinco grados.
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Pero no hay que esperar para ver los efectos del aumento de temperaturas. En 2019, Francia, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Alemania han registrado olas de calor récord; Australia vivió su verano más caliente, igual que India, y los países del sur de África sufrieron sequías nunca vistas. Australia y Sudamérica padecieron los incendios más voraces desde 2010, que no solo acabaron con grandes superficies de bosques, sino que también, por sí mismos, enviaron a la atmósfera enormes cantidades de CO2.
Pero si el panorama en tierra suena apocalíptico, no lo parece menos en los océanos. Según el informe anual de la OMM, el nivel del mar alcanzó un nuevo récord desde que este registro comenzó a medirse, en 1993. La causa está en los 329 mil millones de toneladas de hielo que se fundieron en Groenlandia durante el año.
También los océanos continúan registrando temperaturas récords y una acidificación que ya es 26 por ciento más alta que la que registraban antes de la Revolución Industrial, de manera que su capacidad para absorber una parte de los gases de efecto invernadero empieza a ser limitada.
El informe de la OMM apunta también un mensaje para aquellos que piensan que la emergencia climática todavía no conlleva consecuencias reales para la población: 91 por ciento de los habitantes del mundo ya respira aire con niveles de contaminación superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud; 220 millones de personas están expuestas a olas de calor; siete millones se desplazaron en 2019 dentro de las fronteras de su país debido a las sequías, inundaciones o tormentas; y enfermedades tropicales como el dengue se extienden por zonas donde antes no habían llegado.
RLO