Isabel II, un extenso reinado entre guerras y conflictos en el mundo

La monarca británica fue testigo de numerosas crisis mundiales en las que incluso ha tomado un rol protagónico, desde el conflicto norirlandés hasta la Guerra de las Malvinas.

La reina Isabel II lidera desde 1952 la monarquía británica. | Foto: EFE; Diseño: Margarita Salmoran
Horacio Besson
Ciudad de México /

Este 8 de septiembre se dio a conocer la muerte de la Reina Isabel II, quien en vida fue testigo de guerras y conflictos en el mundo.Cuando el seis de febrero de 1952, la entonces princesa Isabel recibió en Kenia la noticia de que su padre, Jorge VI, había muerto y que ella era la nueva reina, el mundo estaba dándose las últimas sacudidas para despojarse de la secuelas de la Segunda Guerra Mundial y entraba a las aguas turbulentas de la Guerra Fría.

A partir de entonces, han pasado siete décadas. Entramos a un nuevo siglo, incluso vivimos la transición a un nuevo milenio, y el mundo ha experimentado cambios radicales en tecnología, trasporte, comunicación, medicina, democracia, derechos humanos, entre otros avances.

Pero también, hemos entrado a zonas de incertidumbre y pesimismo en torno al futuro no tan lejano con problemas ambientales y cambio climático, pandemias y crisis económicas, entre otras calamidades.

Y, desde luego, siempre presentes, las confrontaciones bélicas. En 70 años, desde que la joven de 25 años se convirtió en monarca del Imperio Británico, Isabel II ha sido testigo importante de ese escenario del poder, donde Londres, junto a las grandes potencias mundiales, ha tenido los hilos diplomáticos, económicos y militares del tablero mundial.

En la segunda mitad del siglo XX se pueden contabilizar al menos 82 conflagraciones de distinto nivel y de acuerdo a el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), en 2020 había 39 países involucrados en conflictos armados.

Sin embargo, algunos destacan por su alcance mundial o por sus consecuencias para Gran Bretaña.

La muerte de John F. Kennedy fue uno de los puntos más álgidos durante la Guerra Fría. (AP / Archivo)

De la Guerra de Corea a la muerte de John F. Kennedy

Isabel II ascendió cuando terminaba la guerra de Corea, el gran conflicto bélico tras la Segunda Guerra Mundial, donde estuvieron involucradas de forma indirecta China y la entonces Unión Soviética (URSS) por un lado, y por el otro, un grupo de 15 países, encabezados por Estados Unidos y con una participación secundaria del Reino Unido.

Otro conflicto, poco conocido fuera de África y Reino Unido, es la revuelta Mau Mau en Kenia, entonces parte del Imperio británico, en contra del colonialismo que dejó entre 1952 y 1960 decenas de miles de muertos -algunos historiadores marcan como mínimo 100 mil-, en su gran mayoría de la parte rebelde.

Otra revuelta que la reina británica atestiguó fue la Revolución Cubana, entre 1953 y 1959, que tumbó a Fulgencio Batista del poder y encumbró a Fidel Castro por décadas bajo un régimen comunista y que puso en alerta máxima a Londres, al tener en el Caribe decenas de islas bajo el mando colonial de la corona británica.

Además, el gobierno británico fue el que alertó, el 16 de octubre de 1962, a John F. Kennedy de la presencia de barcos soviéticos cargados con misiles atómicos rumbo a Cuba, confirmando las imágenes tomadas por un avión espía de Estados Unidos 48 horas antes, lo que derivó en 14 días de gran tensión mundial, el momento que, hasta ahora, la humanidad ha estado más cerca de un conflicto nuclear.

La guerra de Vietnam (1955-75) atrajo durante años la atención de la prensa, opinión pública y gobernantes mundiales. Isabel II se vio indirectamente involucrada cuando Australia -y Nueva Zelanda en menor medida-, países de los que es jefa de Estado, entraron en el conflicto bélico como aliados de Estados Unidos.

La Guerra de los Seis Días fue uno de los puntos claves en el conflicto en Medio Oriente, ya que supuso la victoria de Israel en la zona (Dominio Públ


Las guerras en Israel y la Revolución Islámica

Reino Unido no ha podido sustraerse de los conflictos entorno a los constantes choques de Israel con los palestinos o con países vecinos. En 1956, en la guerra de Sinaí, Isabel II observó cómo Londres fue obligada por Estados Unidos y Rusia para dejar de atacar, junto a Francia e Israel, a Egipto tras la nacionalización del Canal de Suez.

En 1967, países árabes acusaron a Londres de, pese a declararse neutral, respaldar a Israel en la guerra de los Seis Días que libró contra Egipto, Siria, Jordania e Irak a los que derrotó y arrebató la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán.

Seis años después, en 1973, Gran Bretaña apoyó a Israel en la guerra de Yom Kipur librada en contra de Egipto y Siria. Cuando llevaba más de 30 años como reina, Isabel II también fue testigo de cómo un coalición formada por EU, Francia, Italia y Reino Unido, intentaron restablecer la paz en Beirut tras la ocupación israelí a Líbano, entre 1983 y 1985.

La grave tensión entre palestinos e israelíes, con las tres intifadas realizadas desde 1987 hasta ahora desde Cisjordania y la franja de Gaza, ha sido motivo de intensas acciones diplomáticas en la Asamblea de Seguridad de la ONU donde Reino Unido es miembro permanente.

Gobierno y monarquía británicos fueron muy cercanos a sus contrapartes iraníes desde la guerra de Rusia contra Teherán en el siglo XIX, al punto que tanto Washington como Londres auspiciaron un golpe de estado en 1953 a favor de la corona persa y en contra del gobierno democrático del primer ministro Mohammad Mosaddeq, que nacionalizó el petróleo, golpeando a las compañías inglesas.

La reina Isabel II se encontró con el sha Mohammad Reza Pahleví en muchas ocasiones (1953, 1955, 1959, 1961, 1962, 1972) por lo que la revolución islámica de 1979 trastocó esas ligas a la llegada del régimen teocrático que interrumpió los intereses geopolíticos y económicos (petróleo) entre Londres y Teherán. A partir de entonces, distanciamiento y choques diplomáticos han sido el sello de su relación al punto que Irak recibió el apoyo británico en su guerra contra Irán (1981 y 88).

La guerra entre las Irlandas generó un conflicto que duró alrededor de 30 años. (CC BY-SA 3.0)

'Los Problemas' en Irlanda del Norte 

Una de las confrontaciones más dolorosas para Isabel II, y para los británicos e irlandeses, es la que se vivió durante tres décadas, aunque con un pasado que se remonta a siglos, en Ulster.

Entre 1968 y 1988, Irlanda del Norte también llamada Ulster y que es parte del Reino Unido— vivió una confrontación armada y terrorista, principalmente del ERI, en la que involucró la fe cristiana dividida entre anglicanos pro Londres y católicos proclives a la vecina república de Irlanda.

En su ira, muchos civiles quedaron en medio del conflicto. Vecindarios contiguos de Belfast, la capital, vivían en constante encono. El domingo 30 de enero de 1972, el ejército británico disparó contra un mitin matando a 14 hombres, muchos de ellos entre los 17 y 20 años de edad. Ese acto ha pasado a la historia como Bloody Sunday.

El conflicto no sólo afectó a Isabel en su papel de reina de Irlanda del Norte, sin también en su parte familiar y afectiva.

El 27 de agosto de 1979, Lord Mountbatten, último virrey de la India, primo de Isabel, tío del Felipe, duque de Edimburgo y muy cercano al príncipe Carlos fue asesinado por el Ejército Republicano Irlandés (ERI) junto a uno de sus nietos con una bomba.

Cañones en América Latina por las Malvinas y Granada

En los ochentas del siglo pasado, el reino británico se vio involucrado en dos conflictos armados en América. El primero, cuando Argentina, en 1982, decidió tomar militarmente las islas Malvinas al reivindicarlas como parte histórica de su territorio. Diez semanas después, el gobierno británico encabezado por Margaret Thatcher, logró la rendición de Buenos Aires y su retiro del archipiélago.

Un año después, la reina vería cómo Granada, una pequeña isla antillana de la que es jefa de Estado, era invadida por Estados Unidos para deponer al primer ministro Hudson Austin por su alianza militar con Cuba y la entonces Unión Soviética (URSS), lo que provocó la condena directa de Thatcher a la acción de Washington.

Al poco tiempo, en 1985, Isabel II tendría desacuerdos con la propia Thatcher que, pese a la discreción tomada no pudieron esconder, cuando la primera ministra se negaba a imponer sanciones a Sudáfrica debido a su política del apartheid, segregación racial por parte del gobierno supremacista blanco.

La Guerra de las Malvinas fue uno de los pocos conflictos en que Reino Unido se involucró en América Latina. (Archivo)

Entre los Balcanes y Saddam Husein

En la primera mitad de los noventas, en el marco de sus 40 años como monarca, la reina británica observó cómo tropas de su país acudían llamados por la OTAN a la guerra en Bosnia-Herzegovina, tras el desmembramiento de Yugoslavia, en una operación no ajena a controversias y debates.

Otro frente, en la zona del Golfo Pérsico, se abrió en 1990 cuando Irak decide invadir Kuwait. En respuesta, una fuerza de coalición de 34 países, comandada por Estados Unidos, contraatacó bajo la Operación Tormenta del Desierto. Gran Bretaña tuvo un papel preponderante para causar la derrota de Bagdad.

El inicio del siglo trajo un intenso movimiento militar encabezado también por Washington y con la alianza irrestricta del gobierno británico. Primero, la guerra de Afganistán como represalia al extremismo islamista que puso en jaque a Occidente con acciones terroristas durante gran parte de las primeras dos décadas del nuevo milenio y con el detonante en los atentados del 11-S a Nueva York y al Pentágono.

En 2003, Londres acompañó a Estados Unidos en su incursión militar a Irak para derrocar a Sadam Husein justificado por el supuesto apoyo de Bagdad al terrorismo y de poseer armamento de “destrucción masiva” que jamás fue encontrado. Mientras tanto, la monarquía británica preparaba las ceremonias en torno a los 50 años de la coronación de Isabel II.

La cruenta guerra civil en Siria, a punto de cumplir once años de combates, o en Yemen y Libia, son otros de los conflictos en que de mayor a menor medida, han involucrado a Londres.

Hoy, al cumplir 70 años como reina, Isabel II es nuevamente testigo de esa, al parecer, incansable, necedad humana de enfrentarse y destruirse. Los tambores de guerra suenan cada vez más alto desde las fronteras entre Rusia y Ucrania.

hb/dmr

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