La gente dice que Dominic Cummings es brillante. También se menciona que el asesor de Downing Street es implacable, hostigador, inspirador, un lastre total y “loco”. Yo no lo sabría. Lo más cerca que he estado de verlo fue en un programa de drama de televisión en enero, donde Benedict Cumberbatch interpretó el papel como el cerebro de la campaña de Vote Leave (votar para salir) de 2016.
Personas que conozco, que han tenido mucho que ver con Cummings, estarán de acuerdo en que independientemente de lo que sea, no es un tonto. Sin embargo, hace unas semanas, mientras hojeaba los periódicos del domingo 25 de agosto, leí algo sobre él que no me pareció inteligente en lo absoluto.
De acuerdo con el Sunday Times, él dijo en una reunión de asesores ministeriales que deberían disfrutar del día feriado, “porque es el último fin de semana que tendrán antes de que salgamos de la Unión Europea”. Los asesores ya habían cancelado sus vacaciones de verano hasta después del 31 de octubre, el día en el que el primer ministro Boris Johnson se comprometió a sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea, “todo o nada”.
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Entonces, parece que el Brexit, uno de los acontecimientos más importantes en la historia británica de la posguerra, tal vez se puso en manos de hombres y mujeres que no tuvieron vacaciones de verano y trabajaron por días durante la mejor parte de los dos meses seguidos. Eso no es algo brillante. Es algo de locos.
Hay mucha evidencia que muestra que las personas que trabajan demasiadas horas son más propensas a enfermarse, beber mucho y tomar malas decisiones. Incluso si trabajas con mucho gusto en un proyecto que te encanta, como puede ser el caso del equipo de Cummings, es más probable que metas la pata cuando estás cansado.
Muchas personas piensan que pueden sobrevivir con solo cinco o seis horas de sueño por noche sin una caída fuerte en el rendimiento. Los expertos dicen que son ilusos: todos, con excepción de una pequeña parte de nosotros, necesitamos unas buenas siete a nueve horas de sueño.
Lo peor de todo es que más horas no necesariamente significan más productividad. En un estudio de trabajadores que realizó una empresa global de consultoría hace unos años, se encontró que sus jefes no podían distinguir entre aquellas personas que trabajaban durante 80 horas a la semana de aquellos que simplemente fingían hacerlo.
Cummings tal vez ya entienda todo esto. Quizás las noticias filtradas de los fines de semana y días festivos cancelados son simplemente parte de una estrategia, para convencer a las personas que se oponen al Brexit de que se enfrentan a una fuerza de activistas ferozmente disciplinados.
Yo espero que sí. De lo contrario, suena como uno de esos jefes fastidiosos que imponen a sus subordinados hábitos de trabajo de locos, porque él prefiere trabajar de esa manera. Hasta hace unos meses, Cummings publicaba regularmente en un blog grandes informes sobre cosas como las tecnologías cognitivas, que tienen el tufo de un hombre en pants encorvado sobre una laptop a las cuatro de la mañana.
Esto puede ser injusto. Pero dudo que los días de trabajo de Cummings se parezcan a los de Charles Darwin, Charles Dickens y otras grandes mentes creativas.
No hace mucho tiempo, un amigo (que definitivamente es inteligente) me envió un artículo de Alex Soojung-Kim Pang, un consultor de Silicon Valley que pasó mucho tiempo investigando la vida laboral de pensadores influyentes para su libro Rest: Why You Get More Done When You Work Less (Descanso: Por qué haces más cuando trabajas menos).
Descubrió que Charles Darwin entraba sin prisa a su estudio alrededor de las ocho de la mañana y trabajaba una hora y media antes de tomar un descanso para leer el correo. Trabajaba otros 90 minutos antes del mediodía y luego, después de una caminata y una siesta, otra breve sesión laboral antes de la cena. Como escribe Pang, si Darwin trabajara en una empresa en la actualidad, “lo habrían despedido en cuestión de una semana”.
Sin embargo, logró escribir 19 libros, entre ellos On the Origin of Species (Sobre el origen de las especies), uno de los libros más famosos de la historia de la ciencia. Henri Poincaré, el gran matemático francés, escribió 30 libros y 500 artículos siguiendo el ritmo menos que abrasador de un día de aproximadamente cuatro horas. El prolífico Dickens escribía de nueve de la mañana a dos de la tarde, con un descanso para el almuerzo.
El empleado de oficina de la actualidad tal vez no aspira a escribir Bleak House. Pero hay mucho que decir acerca de la conclusión de Alex Soojung-Kim Pang:
la creencia en el poder de la semana de 80 horas es una tontería.
Largos paseos. Siestas por la tarde. Breves periodos de trabajo intenso y mucho descanso suenan mucho mejor. Para el 31 de octubre, estoy segura de que mucha gente en Westminster estará totalmente de acuerdo.