América Latina no está en auge, pero hay esperanza de cambiar

Opinión. El populismo y la pandemia han interrumpido el crecimiento de las economías de la región, ligadas a las materias primas, pues representan más de la mitad de las exportaciones del subcontinente

Las protestas contra el gobierno de Colombia impulsan a sus rivales de izquierda. Iván Valencia/AP
Ruchir Sharma
Londres /

A pesar de todos los dramas marquezianos de guerra civil y de clases, colonialismo y corrupción que han asolado a América Latina, la historia muestra que su destino económico sube y baja con una sola cosa: los precios del petróleo, el mineral de hierro, el cobre y otras materias primas.

Ahora, a pesar de una caída reciente, los precios de las materias primas subieron mucho desde principios del año pasado, pero las economías latinoamericanas no. Se espera que registren una contracción de 1 por ciento este trimestre mientras que la economía mundial se expande en 5 por ciento. Si se traza una gráfica de los precios de las materias primas contra el crecimiento del PIB latinoamericano, las líneas que se movieron juntas durante décadas se separaron repentinamente. ¿Por qué? La pandemia y el populismo.

Siete de las 10 tasas de mortalidad por covid-19 más altas del mundo se encuentran en América Latina. El número de víctimas está alimentando el apoyo a los políticos antisistema en un periodo de campañas inusualmente lleno, con 11 países de la región con elecciones este año. Brasil y Colombia siguen en 2022. En muchos casos, la derecha estaba en el poder cuando golpeó la pandemia, por lo que el creciente descontento está beneficiando a los candidatos de la izquierda o de la extrema izquierda.

Un marxista-leninista está a punto de convertirse en el próximo presidente de Perú. Un comunista está entre los favoritos para reemplazar al político de centroderecha Sebastián Piñera en Chile. Las violentas protestas contra el gobierno de Colombia mejoran las perspectivas de sus rivales de izquierda. En Brasil, la postura del populista de derecha Jair Bolsonaro le ayuda a su alter ego radical, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, a establecer una ventaja en las encuestas.

El miedo a lo que viene después está frenando la inversión en un momento vulnerable. La década de 2010 fue perdida. El crecimiento se vio socavado por la caída de los precios de las materias primas, que representan más de la mitad de las exportaciones en la mayoría de las economías de la región. Los inversionistas extranjeros comenzaron a alejarse de las acciones y bonos latinoamericanos cuando los precios de las materias primas se desplomaron y todavía no regresan. El pesimismo envuelve al continente.

A largo plazo, los precios de las materias primas no aumentan más rápido que la inflación, y eso dejó a América Latina, que depende de los recursos, esencialmente incapaz de moverse. Mi investigación muestra que Brasil, Chile, México y Colombia no son más ricos en ingresos per cápita, en relación con EU, de lo que eran en 1850 (cuando comienzan los registros comparativos). Argentina, Perú y Uruguay son mucho más pobres. El ingreso promedio argentino ahora es de 33 por ciento del ingreso promedio estadunidense, por debajo del 55 por ciento de 1850.

Sin embargo, en las décadas en que los precios de las materias primas se dispararon, también lo hizo América Latina. Cuando los precios subieron en las décadas de 1970 y 2000, también lo hizo el ritmo de crecimiento y el número de economías creciendo tan rápido como para ver que sus ingresos promedio convergían con los de Estados Unidos. En las décadas en las que los precios de las materias primas tropezaron, lo mismo ocurrió con América Latina, más recientemente en la década de 2010.

Sin embargo, dada la naturaleza cíclica de los precios de las materias primas, una década mala a menudo era el presagio de una mejor por venir. En la década de 2010, los bajos precios desalentaron la inversión en campos petroleros, minas y otras producciones de materias primas en todo el mundo. La oferta es escasa, los inventarios son bajos. A medida que la economía mundial se recupera, aumenta la demanda de materias primas de todo tipo, en particular las que se necesitan para los coches eléctricos y los hogares y edificios más ecológicos.

Dejando a un lado las oscilaciones recientes, las materias primas al parecer están entrando en un nuevo “superciclo” de precios al alza. Los países de la región, como principales exportadores de soya, metales verdes y otras materias primas, deben beneficiarse más que la mayoría. Tan solo Perú y Chile suministran 40 por ciento del cobre del mundo.

La esperanza para la región es que el auge de las materias primas resulte fuerte y prolongado como para superar las dudas que hay sobre la nueva ola de populistas. Las crisis financieras tienen una forma de moderar el comportamiento incluso de los radicales más comprometidos.

Lula asumió el cargo después de la crisis de la década de 1990 y sorprendió a muchos al concentrarse, al menos en sus primeros años, en mantener la inflación bajo control y controlar sus impulsos de gasto. En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó los temores de los inversionistas de muchas maneras, salvo por una crítica: la disciplina presupuestaria. Su negativa a gastar mucho en el alivio de la pandemia alarmó a algunos, pero dejó a México menos endeudado que muchas otras naciones emergentes.

La generación actual de socialistas y comunistas puede resultar menos exitosa en las urnas o menos radical en el cargo de lo que se temía. Si los dramas políticos retroceden, América Latina será libre de ser ella misma; una región de economías dependientes de las materias primas, que subirá con los precios mundiales, mientras dure la tendencia ascendente. _

*El escritor, director de estrategia global de Morgan Stanley Investment Management, es autor de The Ten Rules of Successful Nations


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