Los anillos y relojes inteligentes son más innovadores en el rastreo de la salud

FT MERCADOS

Los wearables pasaron de ser meros rastreadores de la actividad física a sofisticados monitores para el cuidado de la salud.

Los wearables son más innovadores en el rastreo de la salud.
Patrick McGee
Ciudad de México /

Ultimamente me siento un poco ridículo al reunirme con gente, incluso en llamadas de Zoom. Llevo dos relojes inteligentes en la muñeca izquierda, un monitor de actividad en la derecha y uno de mis dedos está adornado con el mismo anillo inteligente que lleva Kendall Roy, el mimado aspirante a magnate de la serie Succession de HBO. 

Me intrigó el futuro de los wearables (dispositivos que se ponen) al principio de la pandemia, cuando un investigador me dijo que la relación médico-paciente iba a sufrir el equivalente médico de la Reforma Protestante. Decía que, al igual que la gente común tiene acceso a la Biblia en su lengua materna, los pacientes pronto utilizarían la tecnología portátil para comprender mejor su salud y elaborar un plan de tratamiento con su médico en lugar de limitarse a asentir con la cabeza. 

Yo ya tenía un Apple Watch, pero lo considero sobre todo un dispositivo para enviar mensajes de texto y correos electrónicos. Hace un buen trabajo como monitor para correr y para el remo, pero su talón de Aquiles es la duración de la batería de 18 horas. Si quieres monitorear la salud, tienes que hacer un seguimiento de la recuperación. 

Ahora están surgiendo una serie de wearables que presumen una batería con días de duración y que, con sensores cada vez más impresionantes, empiezan a pasar de dispositivos para darle seguimiento a la actividad a monitores de salud completos. Entre ellos está la tercera generación de Oura, un discreto anillo que dura hasta siete días; el Whoop 4.0, un monitor de actividad para atletas de élite con una batería de cinco días de duración; y el Amazfit GTR 3 Pro, un smartwatch con todas las funciones que dura entre 10 y 14 días con una sola carga. 

Oura me pareció el más preciso, gracias a un ajuste estable y a su proximidad a las arterias. Hace un seguimiento del sueño, los entrenamientos y la frecuencia cardíaca a lo largo del día, e incluso puede descubrir que estás enfermo antes de que aparezcan los síntomas. Harpreet Singh Rai, director ejecutivo de Oura, afirma: “Al igual que sé que el mecánico debería ver mi vehículo, sé que el médico debe verme. Creo que ese es el futuro de esta tecnología innovadora”. 

Él Dice...

“Los wearables ofrecen la promesa de que la gente podría armarse con meses de datos biométricos personales para ver qué tratamientos funcionan y cuáles no”

Si eso suena descabellado, considera que esta semana estuve tratando de superar problemas de sinusitis y tos, y Oura lo notó. Anoche me dio una calificación de sueño “óptimo” de 88, ya que dormí casi 11 horas. Sin embargo, mi calificación de disposición se ubicó en un nivel de “prestar atención” de 65 debido a la elevada frecuencia cardíaca y la temperatura corporal. Por la mañana, la aplicación Oura me preguntó si estaba enfermo y me recomendó activar el modo de descanso en el dispositivo. 

La aplicación Whoop cuenta con funciones similares, pero tuvo dificultades para interpretar mis patrones de sueño idiosincrásicos a causa de ser noctámbulo y tener un niño pequeño. Hace tres días, Oura determinó con precisión que había dormido seis horas y ocho minutos, pero Whoop calculó que había dormido 90 minutos seguidos de una “siesta” de dos horas y media. Sin embargo, Whoop es un mejor monitor para las actividades extenuantes. Muestra mi frecuencia cardiaca en tiempo real a través de la aplicación del iPhone y puedes llevarlo las 24 horas del día, ya que se recarga de forma inalámbrica en la muñeca. 

El producto más interesante que he probado es el Amazfit GTR 3, un rival del Apple Watch que se siente más sofisticado como dispositivo de salud. En lugar de los tres “anillos de actividad” de Apple para moverse, hacer ejercicio y estar de pie, ofrece a los usuarios una calificación de “inteligencia de actividad personal” derivada de un algoritmo y basada en un flujo continuo de datos de frecuencia cardíaca, actividad y estilo de vida promediados en un periodo de siete días consecutivos. El promedio móvil es la clave. A los días de entrenamiento intenso le debe seguir una recuperación, pero si mi dispositivo se reinicia cada mañana puedo sentirme obligado a alcanzar el umbral necesario cada día. El resultado: el agotamiento. 

Su batería de más de 10 días de duración también es una revelación. Para que el mercado de los wearables crezca según lo proyectado (de menos de 17 mil mdd el año pasado a más de 118 mil mdd en 2028), la gente tiene que poder “configurar y olvidarse” de sus dispositivos. Mientras escribo, el Amazfit sigue en 21 por ciento y no me preocupa lo más mínimo. 

Cada uno de estos dispositivos nos acerca a una nueva relación médico- paciente, una tendencia que parece inevitable a medida que menos personas confían en las instituciones. Anne Wojcicki, directora ejecutiva del grupo de genómica personal 23andMe, afirma que las jerarquías de la medicina hacen que demasiados pacientes salgan de la consulta con el médico sintiéndose tontos y llenen el vacío con algo que les resulte accesible, seamos testigos del aumento de la desinformación en las redes sociales. Los wearables ofrecen la promesa de que la gente podría armarse con meses de datos biométricos personales para ver qué tratamientos funcionan y cuáles no. 

A medida que estos productos se generalicen, podríamos estar acercándonos a la predicción de hace una década del médico estadunidense Eric Topol: “La digitalización de los seres humanos convertirá en una parodia el “médico sabe más que nadie”.


srgs

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