Solemos pensar en la economía en términos binarios. Recesión: ¿sí o no? ¿Los mercados ganarán o perderá? ¿Las tasas de interés van a subir o a bajar? La respuesta a esta última pregunta, al menos en Estados Unidos, parece ser “bajar”, ya que la Reserva Federal mantuvo sin cambios las tasas de interés durante la reunión de la semana pasada, al tiempo de que insinuó que podíamos ver al menos tres recortes el próximo año. Esto, por supuesto, animó a los mercados de valores, que desde hace mucho tiempo apuestan por la historia del aterrizaje suave; sin embargo, es probable que la realidad económica en 2024 sea mucho menos binaria, y tenga muchos más matices de lo que creen muchos responsables de la formulación de políticas.
Hay tres razones para esto. La primera y más obvia es que la pandemia y la respuesta política a ella hicieron que sea muy difícil predecir dónde va a estar la economía estadunidense y la mundial basándose en los viejos modelos. El empleo, los salarios y otras métricas clave se niegan a seguir las tendencias históricas en muchos lugares. En segundo lugar, la desvinculación y el auge de la política industrial introdujeron una nueva dinámica en la política fiscal y las relaciones comerciales, una dinámica que seguirá desarrollándose sin importar quién gane las elecciones presidenciales de EU el próximo año.
Y en tercer lugar, hay un arbitraje de tasas de interés en curso que afecta a empresas y consumidores y al que todavía le quedan años por delante. Sí, las tasas ahora son mucho más altas de lo que fueron durante varias décadas, e incluso si logramos algunos recortes en 2024, ese seguirá siendo el caso, pero muchos solicitantes de préstamos consiguieron financiamiento barato antes de que llegara la inflación y subieran las tasas. Esos costos se van a reajustar con el tiempo, no todos a la vez, lo que significa que es posible que veamos más disrupciones impredecibles y lentas, en lugar de un solo gran acontecimiento.
Tomemos como ejemplo el primer caso, el de la pandemia y el enorme estímulo fiscal que siguió. Por un lado, el hecho de que los ahorros durante la etapa del covid en gran medida se gastaron desde su máximo, sumado a un crecimiento del empleo algo más lento, valida la idea de que podemos ver menos inflación y una economía ligeramente más débil en 2024.
Pero, por otro lado, como señaló el mes pasado el director ejecutivo de JP Morgan, Jamie Dimon, la campaña para la reindustrialización y la seguridad energética que se produjo después de la pandemia y de la invasión de Rusia a Ucrania es intrínsecamente inflacionario. “Creo que la expansión cuantitativa y el endurecimiento y estas cuestiones geopolíticas pueden afectar”, dijo en la DealBook Summit de New York Times, donde advirtió que se mantienen como posibilidades tanto una mayor inflación como una recesión.
Si a esto le sumamos el hecho de que la pandemia y sus respuestas no estuvieron sincronizadas, como lo estuvieron las políticas monetaria y fiscal después, por ejemplo, de la crisis financiera de 2008, el resultado es un entorno global mucho más complicado para una formulación de políticas precisa. Durante años, las clases de activos y las geografías se movieron al mismo tiempo. Ahora, eso está cambiando, y es posible que cambie más a medida que los banqueros centrales de diferentes regiones tomen decisiones diferentes.
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Los inversionistas están entusiasmados con los recientes mensajes del presidente de la Fed, Jerome Powell, sobre las tasas, pero ¿deben estarlo? El Dow, el S&P 500 y el Nasdaq, están muy sobrevalorados, de acuerdo con numerosas métricas, como todos sabemos.
Además, en este momento se vislumbran en el horizonte riesgos políticos impredecibles, incluidas dos guerras abiertas en Ucrania y Gaza, así como la posibilidad de más tensiones comerciales y arancelarias en el próximo año. No me sorprendería en absoluto, por ejemplo, que surgieran dificultades entre EU y China, y entre Europa y China, en torno a temas como el acero, los vehículos eléctricos, la tecnología limpia o los minerales de tierras raras.
El problema es que todas estas regiones intentan producir más bienes de manera local en este momento. A largo plazo, eso es algo bueno, porque necesitamos cadenas de suministro más diversificadas y resilientes, así como mucha más tecnología limpia a escala, pero no hay duda de que es inflacionario en el corto y mediano plazos.
China trata de ampliar su propia presencia global de fabricación como una forma de protegerse contra una mayor desvinculación de Occidente y mitigar la desaceleración de su crisis inmobiliaria. Eso aumenta el riesgo de que veamos a China inundar los mercados globales con más productos baratos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dejó claro en una reunión reciente en Pekín que está preocupada por ese dumping de productos chinos.
Vamos a escuchar lo mismo en EU el próximo año, antes de las elecciones presidenciales. En el pasado, Estados Unidos y la Unión Europea podían limitarse a comprar productos chinos de bajo costo y dejar que los puestos de trabajo y las inversiones en sectores clave se fueran a otra parte. Esto ya no es una posibilidad política. Si tuviera que hacer una apuesta firme para 2024, sería que estamos a punto de entrar en un entorno comercial global aún más complicado.
La última razón por la que el año que viene será difícil de predecir es que el cambio en las tasas de interés y las ramificaciones tanto para el consumidor como para las empresas no se sentirán de golpe. Por el contrario, se harán patentes con el tiempo. El hecho de que las tasas hipotecarias estén cerca de 8 por ciento en EU no ha tenido el impacto previsto en los precios de la vivienda, ya que muchos propietarios se acogieron a tasas más bajas durante los últimos 15 años. Habrá un ajuste de cuentas, pero ocurrirá a lo largo de los años, posiblemente en momentos inesperados.
Lo mismo ocurre con las empresas. Se suponía que este año se iban a ver impagos masivos de empresas, pero no se produjo el tsunami que se predijo. Eso se debe a que muchas grandes firmas se aseguraron un financiamiento barato antes de que empezaran a subir las tasas. Tal vez vuelvan a bajar en 2024, pero incluso si eso ocurre, los resultados no serán binarios.