China quiere ser una superpotencia? En la Casa Blanca parece que no hay muchas dudas. Rush Doshi, director para China del Consejo de Seguridad Nacional del presidente Joe Biden, acaba de publicar un libro en el que argumenta que Beijing persigue una “gran estrategia” para “desplazar el orden estadunidense” y convertirse en la nación más poderosa.
El estatus de superpotencia es una fuente de orgullo nacional y trae beneficios económicos y políticos significativos. Pero también implica costos, riesgos y cargas. Apenas la semana pasada, nueve ciudadanos chinos fueron asesinados en un ataque terrorista en Pakistán, un país que ahora se encuentra firmemente en la esfera de influencia de Beijing. El llamado a represalias en los círculos nacionalistas de China hace eco de la reacción estadunidense cuando los terroristas atacan a ciudadanos de Estados Unidos.
Los chinos, al igual que los estadunidenses, están enojados y confundidos por el hecho de que sus esfuerzos para lograr la paz y llevar el desarrollo, tal como ellos lo ven, se topa con la violencia.
Convertirse en superpotencia es un negocio complicado. Plantea una serie de preguntas relacionadas sobre las capacidades, las intenciones y la voluntad. Para utilizar una analogía deportiva, puedes ser un tenista extremadamente talentoso y realmente querer ser el campeón del mundo, pero todavía no estás dispuesto a hacer sacrificios para convertir ese sueño en una realidad.
Es en el dominio militar en el que la distinción entre capacidades, aspiración y voluntad es más importante. En los últimos años, China ha potenciado su capacidad de guerra. La fuerza naval china ahora tiene más buques que la de EU. Algunos oficiales del ejército de EU dudan abiertamente de que el país pueda prevalecer en una batalla por Taiwán.
Al gobierno de Xi Jinping le gusta mostrar su poderío militar en los desfiles en Beijing, y hay mucha retórica nacionalista y belicosa en la prensa. Las tropas chinas participaron en una escaramuza mortal con tropas indias en el Himalaya el año pasado. Sin embargo, Evan Medeiros, director de Asia en la Casa Blanca del expresidente Barack Obama, argumenta que no está claro que China esté dispuesta o sea capaz de asumir la carga de ser una potencia militar global al estilo de EU.
Él Dice..."Las guerras suelen ser el medio por el cual emergen nuevas superpotencias y rehacen el orden mundial”
China no ha combatido en una guerra desde que se enfrentó a Vietnam en 1979 y se jacta de su “ascenso pacífico”. A diferencia de EU, Beijing también ha sido históricamente muy reacio a prometer defender a sus amigos y aliados. China solo tiene una base militar en el extranjero en Djibouti, en el este de África, en comparación con cientos de instalaciones militares estadunidenses en el exterior.
Si el gobierno chino se muestran reacios a ir a la guerra, eso sin duda es su mérito. Pero las guerras suelen ser el medio por el cual emergen nuevas superpotencias y rehacen el orden mundial, desde Gran Bretaña en el siglo XIX hasta la Unión Soviética y EU en el siglo XX.
El peso económico de China, como la potencia comercial y de fabricación más grande del mundo, le da una influencia política significativa a nivel internacional. Los países que dependen del comercio o la inversión chinos a menudo se muestran reacios a enfrentarse con Beijing, lo que explica en parte la apagada reacción global a las políticas de internamiento masivo de China en Xinjiang.
Pero el poder económico de Beijing no siempre es políticamente decisivo en la región. Aunque China es el mayor socio comercial de Japón, Corea del Sur y Australia, estos países han desafiado a Beijing en varias ocasiones.
Los japoneses, los surcoreanos y los australianos son democracias que temen ser arrastrados a la órbita política de un Estado autoritario y de partido único. También son aliados de tratados con EU y tienen bases militares estadunidenses en su territorio, lo que puede darles la confianza para responder a China.
China a veces insinúa que las garantías de seguridad de EU no pueden ser confiables. Pero la credibilidad del sistema de alianzas de EU solo colapsaría si Washington no interviniera después de que China atacara a un aliado estadunidense. Afortunadamente, no hay pruebas reales de que China esté dispuesta a asumir ese riesgo, incluso con Taiwán, que no tiene una garantía de defensa inequívoca de EU.
En lugar de intentar socavar la red global de alianzas y bases de EU, China podría intentar construir su propio sistema alternativo. Doshi de la Casa Blanca afirma que China se prepara para ampliar su presencia militar global, tal vez mediante la adición de un componente militar, junto con las instalaciones portuarias civiles que ha estado comprando o desarrollando en todo el mundo.
Pero esa expansión todavía no ocurre. Incluso si China desarrollara una presencia naval en puertos como Gwadar en Pakistán o Hambantota en Sri Lanka, parece poco probable que Beijing ofreciera las garantías de seguridad que han hecho que tantos países estén dispuestos a dar la bienvenida a las tropas y bases estadunidenses. EU está comprometido a defender a sus 29 aliados en la OTAN y también ha ofrecido protección militar a aproximadamente 30 países más, entre ellos Japón, Australia, Corea del Sur y gran parte de América Latina.
Si China no está dispuesta o no es capaz de lograr una presencia militar global que compita con la de EU, es posible que tenga que encontrar una nueva forma de ser una superpotencia, o renunciar a esa ambición.
srgs