El costo medioambiental que implica la inteligencia artificial

El mundo tecnológico debe ser más abierto sobre su gran uso de agua

La startup estadunidense Helion fabrica recipientes de vacío para sus sistemas de fusión nuclear. Especial
Consejo Editorial
Londres /

Editorial. Los centros de datos, las criptomonedas y la IA representaron casi 2% de la demanda mundial de electricidad en 2022, un cifra que puede duplicarse en 2026 hasta casi igualar el consumo energético japonés

Muchas personas ya vieron suficiente inteligencia artificial (IA) para este momento como para apreciar sus posibles beneficios para la humanidad, así como sus riesgos; sin embargo, tal vez no sean tan conscientes de que esta tecnología es una gran devoradora de recursos naturales.

Como informaba esta semana Financial Times, las grandes compañías de tecnología utilizan cada vez más agua para enfriar sus centros de datos, que consumen una gran cantidad de energía. La sed de electricidad y agua de las granjas de servidores necesarias para hacer funcionar la inteligencia artificial generativa es aún más intensa. El mes pasado en Davos, Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, advirtió de que la IA del futuro va a consumir tanta electricidad que será necesario un gran avance energético —por ejemplo, la fusión nuclear— para hacerla funcionar.

No deja de ser una ironía, dada la imagen de las compañías de tecnología como sustitutos limpios y brillantes de las viejas industrias que echan humo, y las promesas de Microsoft y otros de ser buenos ciudadanos climáticos. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los centros de datos, las criptomonedas y la inteligencia artificial representaron casi 2 por ciento de la demanda mundial de electricidad en 2022, y esta cifra puede duplicarse en 2026 hasta casi igualar el consumo eléctrico de Japón. Irlanda, uno de los lugares preferidos para las granjas de servidores, ahora limita las nuevas conexiones de centros de datos a la red eléctrica; otros países estudian la posibilidad de hacer lo mismo.

La inteligencia artificial tiene argumentos más sólidos que las criptomonedas —ya conocidas como un prodigioso usuario de energía— de que su potencial para el bien social puede justificar la electricidad que consume, pero a cambio del acceso a las redes eléctricas, la generación y los escasos recursos hídricos que necesitan, las compañías de tecnología deben acelerar el uso de la IA para contribuir a la transición verde.

Se pregona que la tecnología permite un pronóstico meteorológico más sofisticado —ayudando a equilibrar la demanda de electricidad— y un seguimiento de las emisiones. Puede ser útil encontrar formas inteligentes de reducir el uso de energía en la agricultura, la fabricación, las cadenas de suministro y los edificios de oficinas.

Google redujo 40 por ciento el uso de energía para refrigeración en uno de sus centros de datos aplicando el aprendizaje automático de DeepMind, su división de inteligencia artificial, para pronosticar variables como la demanda y el clima. También utiliza software para buscar partes del mundo con exceso de energía solar y eólica para ubicar las operaciones de los centros de datos.

Las compañías de tecnología detrás de muchos de los complejos de datos más grandes del mundo —Microsoft, Google y Amazon— ya invierten en generación solar y eólica, y rediseñan los centros de datos para conservar agua. Pero, en especial a medida que la inteligencia artificial generativa despegue, tendrán que hacer más para garantizar que pueden aprovechar la electricidad de una manera climáticamente neutra. Eso también significa invertir dinero en innovación energética. Altman, de OpenAI, invirtió en Helion, una startup estadunidense de energía de fusión nuclear, y Microsoft se apuntó para ser un futuro cliente de Helion.

El mundo tecnológico también necesita ser mucho más abierto sobre el uso de la electricidad y el agua y los esfuerzos para frenarlo. Los investigadores se quejan de que es difícil conseguir datos. La presión sobre las empresas, incluidas las de tecnología, va en aumento para que revelen los impactos ambientales más allá de las emisiones de carbono. El Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD, por su sigla en inglés) está desarrollando sistemas de informes que darán seguimiento a los impactos de las firmas en la naturaleza, incluido el uso del agua.

Estos marcos voluntarios reciben críticas por su lentitud a la hora de surtir efecto, pero los esfuerzos legislativos también van en aumento. Un reciente proyecto de ley demócrata en EU creará estándares para evaluar el impacto ambiental específico de la inteligencia artificial, aunque es posible que no se apruebe. La Directiva de Información Corporativa en Materia de Sostenibilidad (CSRD, por su sigla en inglés) de la Unión Europea exige ahora a los operadores de centros de datos que hagan público su impacto ambiental. Como en otros ámbitos de la regulación, a las compañías de tecnología les interesa tomar sus propias iniciativas, en lugar de esperar a que las obliguen.

La inteligencia artificial podría desempeñar un papel útil en la lucha contra el cambio climático, pero necesita asegurarse de que se le considere parte de la solución y no del problema.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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