El multimillonario gestor de fondos de Estados Unidos (EU), Stanley Druckenmiller, emitió una advertencia apocalíptica a principios de mayo de que el dólar podría dejar de ser la moneda de reserva global predominante en 15 años.
“No puedo encontrar ningún periodo en la historia donde la política monetaria y fiscal estuviera tan desfasada con las circunstancias económicas”, declaró el CEO de la Duquesne Family Office.
No es el único que expresa su preocupación por el exceso de demanda de EU, un entorno más inflacionario y la debilidad del dólar que lo acompaña.
Esas preocupaciones son un factor que contribuyó al nerviosismo de los mercados de valores en las últimas dos semanas. El dólar sobrevivió casi cuatro décadas de predicciones sobre su desaparición. La advertencia de Druckenmiller se produce en el contexto de un retroceso prolongado del dólar a medida que el mundo se mueve gradualmente hacia un sistema de monedas de reserva múltiple.
Incluso antes de la pandemia y las condiciones económicas que ha generado, había se- ñales de que estaba cayendo su dominio. La última encuesta del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre las reservas ofi- ciales de divisas muestra que la proporción de las reservas en dólares estadounidenses en poder de los bancos centrales cayó al 59% durante el cuarto trimestre de 2020, su nivel más bajo en 25 años. Esto se compara con una participación de 71% cuando se lanzó el euro en 1999.
Esa tendencia prolongada es lógica. Barry Eichengreen, de la Universidad de Berkeley, argumenta que EU representó la mayoría de la producción industrial del mundo no soviético después de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, tenía sentido que el dólar fuera la unidad principal en la que los exportadores e importadores facturaban y liquidaban sus operaciones.
En la actualidad, con EU representando menos de una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB) global, tiene menos sentido y conduce a la acusación del “privilegio exorbitante” por el que el gobierno de EU puede obtener préstamos más baratos debido a la mayor demanda de sus pagarés, derivada del papel de la moneda de reserva.
Otro aspecto es que la Reserva Federal (Fed) de EU, con un mandato orientado a las condiciones internas, establece una política monetaria para el mundo entero que para muchos países es menos que óptima.
Las cifras más recientes del FMI confirman que el privilegio se está erosionando a medida que los países que comercian con la zona del euro tratan cada vez más de mantener reservas en esa moneda. Ese proceso ocurre ahora con China y el yuan. Sin embargo, la erosión ha sido gradual.
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La credibilidad está en juego
A medida que más gente use el dólar, más útil será para todos los demás. Y como señala Dario Perkins, director de macroeconomía global de TSLombard, el liderazgo de la economía global no cambia de manos a menudo.
Dicho esto, existe un acuerdo general en que la mayor amenaza individual para el estatus de la moneda de reserva en tiempos de paz es la mala gestión económica y financiera.
Y dado que la Fed abandonó su compromiso de endurecer la política en anticipación de la inflación y el presidente Joe Biden que “va a lo grande” con la política fiscal, el temor de que la inflación podría socavar la moneda está aumentando.
Esas preocupaciones han sido expresadas con más fuerza por el exsecretario del Tesoro Larry Summers, quien dice que la administración de Joe Biden está buscando “la política macroeconómica fiscal menos responsable que hemos tenido en los últimos 40 años”.
En otras palabras, la credibilidad antiinflacionaria que ganó a un costo tan alto la Fed en los últimos 40 años puede estar ahora en duda, lo que hace que los inversionistas extranjeros se preocupen de que EU infle el valor de sus tenencias de bonos del Tesoro.
Uno de los requisitos más fundamentales de una moneda de reserva es que esté respaldada por un Estado que pueda proporcionar activos seguros a los inversores globales. EU lo ha hecho durante más de 100 años, con el mercado de bonos del Tesoro ofreciendo el refugio más segu- ro del mundo en tiempos de crisis y los valores más líquidos, es decir, los más fáciles de negociar.
Sin embargo, si el Estado aplica políticas irresponsables, esos activos se vuelven menos seguros. La mayor amenaza potencial para la seguridad, como sugiere Summers, es la inflación, que reduce el valor real del capital de las inversiones de interés fijo.
Erosión de la seguridad
Los temores sobre la inflación potencial no son la única razón por la que algunos inversores plantean nuevas preguntas sobre el papel del dólar en el sistema financiero internacional. La turbulencia que provocó la pandemia en el mercado de bonos del Tesoro en marzo de 2020 plantea importantes preguntas sobre la liquidez del mercado.
A principios de marzo, el covid-19 provocó un típico y ordenado apetito por la seguridad de los bonos del Tesoro de EU. Pero a partir del 9 de marzo hubo una fuga desordenada de los bonos al efectivo. Con la arremetida a la baja en el mercado, la solvencia de estos fondos altamente apalancados se vio amenazada y sus bancos solicitaron sus préstamos, lo que obligó a los fondos de cobertura a vender.
De hecho, se desarrolló un ciclo de retroalimentación en el que la incapacidad de los operadores para absorber las ventas dio lugar a nuevas caídas de precios.
Las compras brutas de bonos y pagarés del Tesoro de EU por parte de inversionistas globales reflejaron el clásico apetito hacia la calidad, pasando de 1.79 billones de dólares en febrero de 2020 a 2.67 billones de dólares en marzo de ese año. La Fed rescató al mercado de bonos del Tesoro de una disfuncionalidad extrema al inundarlo con liquidez y relajar las reglas del capital bancario.
Sin embargo, todavía existe el riesgo de que las intervenciones moralmente peligrosas de la Fed aseguren que los episodios de falta de liquidez lleguen con mayor frecuencia y magnitud.
La otra amenaza para el dólar es la política disfuncional. Al buscar aplicar una política fiscal más agresiva, la adminis- tración Biden espera facilitar un mayor crecimiento, lo que podría proporcionar una base más estable para el dólar. Mientras tanto, el capital internacional parece que le está dando el beneficio de la duda.
Ganancias alternativas
Si el dólar ha conservado su papel hegemónico hasta ahora es porque el estatus de la moneda de reserva tiene ventajas relativas, no absolutas. La pregunta siempre ha sido, ¿cuáles son las alternativas? En términos de poder económico, los únicos rivales inmediatos son el euro y el yuan. Ambos están ganando una ventaja relativa.
La principal dificultad con el euro siempre ha sido la falta de un mercado de bonos del gobierno capaz de proporcionar activos seguros en una escala comparable a la de EU. Sin embargo, la respuesta a la pandemia finalmente empujó al bloque a tomar medidas para crear un fondo de recuperación de la Unión Europea.
Esos movimientos son todavía provisionales, pero sugieren que el euro, que actualmente representa el 20% de las reservas mundiales, podría desempeñar un papel cada vez más importante.
En el caso del yuan, Beijing se comprometió a desafiar al dólar y fomentar activamente el uso de su moneda en las transacciones comerciales bilaterales.
El comodín en el debate serían las monedas digitales. Bitcoin carece de credibilidad como una posible moneda de reserva, pero Mark Carney, mientras era gobernador del Banco de Inglaterra, sugirió que la tecnología tiene el potencial de disrumpir la red que impide que la moneda de reserva global vigente sea desplazada.
Especuló que se podría proporcionar una nueva moneda hegemónica sintética a través de una red de monedas digitales emitidas por los bancos centrales. Esto permitiría que los efectos de contagio de las crisis en Estados Unidos estuvieran menos sincronizados entre países, mientras que la influencia del dólar sobre las condiciones financieras mundiales también podría disminuir.
La historia nos dice que al dólar le tomó solamente 10 años sacar a la libra esterlina de su función de moneda de reserva. Pero las amenazas al dólar que hay que observar son el despilfarro fiscal de EU y la degradación monetaria.