El esfuerzo transatlántico contra gigantes digitales

Políticas de competencia. Europa y EU siguen en la batalla por la regulación de compañías como Google y Facebook con el objetivo de frenar el poder monopólico de un sector que ha crecido durante la pandemia.

Bruselas quiere aprovechar una oportunidad “única en una generación” para restablecer la relación ya sin Trump. C. KILCOYNE/Reuters
Rana Foroohar
Londres /

Las oportunidades y retos son a menudo uno y el mismo. Así es en este momento con Estados Unidos y Europa.

La Comisión Europea quiere aprovechar una oportunidad “única en una generación” para restablecer la relación transatlántica ahora que Donald Trump va de salida. La administración del presidente electo, Joe Biden, querrá que la asociación con Europa sea el núcleo de una relación revitalizada de democracias liberales que presente una alternativa política y económica a China.

Sin embargo, el bloque de la Unión Europea, compuesto por 27 naciones, y Estados Unidos siguen en una guerra entre sí sobre la regulación tecnológica, comercio y los impuestos a las corporaciones. Bruselas tiene razón de que es tiempo para un reinicio, pero lograrlo va a requerir pensar sobre estos asuntos todos justos, en lugar de en silos.

Comencemos con la regulación tecnológica. La comisión está considerando una nueva legislación con la que se enfrentará a las grandes empresas de tecnología más arraigadas, como Facebook y Google. La idea es corregir las fallas de la legislación antimonopolio actual, ya que la política de competencia que se enfoca en la fijación de precios al consumidor no está construida para la era del trueque digital. El caso de Google del Departamento de Justicia de EU puede comenzar a cambiar eso, pero tomará años para completarse.

Las propuestas de la comisión, que están sujetas a la aprobación de los gobiernos de la Unión Europea, definirán el papel y las responsabilidades de los “guardianes” digitales. Los obligarán a hacer sus sistemas más abiertos e interoperables, los someterán a auditorías algorítmicas e impondrán sanciones, como la venta de activos, para los reincidentes.

Silicon Valley ya cabildea contra las propuestas. Las compañías cuentan con que la administración entrante de Biden, que va a incluir a varios funcionarios amigables con el sector de tecnología de la era de Barack Obama en la Casa Blanca, los ayuden a enfrentarse a Europa. No deberían. Uno de los grandes riesgos para la nueva administración es que se le considere demasiado suave con el poder corporativo concentrado. Hay que ver los gritos que ya salen de los grupos de izquierda acerca de algunos de los nombrados por Biden que tienen antecedentes en el capital privado.

Se debe juzgar a las personas designadas por sus propios méritos. Si no dejáramos entrar a nadie del sector financiero o de tecnología a la nueva administración, seríamos más pobres por ello. Tomemos como ejemplo a Gary Gensler, un ex ejecutivo de Goldman Sachs que ahora es el asesor principal de mercados de Biden. Limpió el comercio de derivados mientras estuvo en la Comisión de Negociación de Futuros de Materias Primas (CFTC, por su sigla en inglés) durante los años de la administración Obama.

Dicho esto, este es un momento crucial para que el nuevo presidente envíe una señal sobre cómo planea controlar, o no, a los grandes grupos de tecnología como industria. La regulación europea no es perfecta, pero es mucho mejor que la que tiene EU, con excepción de California, en este momento, que no es mucho.

Cada parte necesita un acuerdo rápido sobre cómo regular los flujos de datos transfronterizos, dado que el comercio digital es el único que se está expandiendo. Las propuestas europeas se traslapan con el caso antimonopolio del Departamento de Justicia en el sentido de que ambas se centran en cómo las grandes plataformas pueden atrapar a los clientes para que elijan sus propios productos y servicios, un argumento que Google disputa. Este debe ser el comienzo de un nuevo enfoque transatlántico para frenar el poder monopólico del sector, que creció con la pandemia.

También puede ser parte de la respuesta de Occidente al estado de vigilancia digital de China. Tiene mucho sentido para EU y la Unión Europea crear un conjunto compartido de normas para la red 5G y el internet de las cosas, algo que aumentará la profundidad y la amplitud de los datos digitales en los próximos años, utilizando equipos propios de empresas como Qualcomm, Nokia y Ericsson. China planea estar libre de tecnología y cadenas de suministro del extranjero para 2035. Es hora de que Estados Unidos y Europa creen su propia alianza digital.

Debe ser uno diverso. A medida que pasamos del internet del consumidor al internet industrial, Europa, como gran productor de dispositivos potencialmente “inteligentes” como los electrodomésticos y los automóviles, tiene mucho que ganar, pero también que perder. Por ejemplo, es fácil imaginar que la división Nest, de Google, sea propietaria de gran parte de los datos generados por una lavadora alemana o un refrigerador francés sin el intercambio de datos y la portabilidad, que es un elemento central de las nuevas propuestas de la Unión Europea.

Si bien las nuevas reglas se orientan más hacia el internet de consumo, los responsables de la formulación de políticas de la Unión Europea estudian el internet de las cosas y planean publicar un informe sobre para el consumidor a mediados del próximo año. Empresas europeas como Siemens y SAP tienen una ventaja cuando se trata del internet industrial de empresa a empresa.

Me encantaría que cualquier futura solución de competencia digital incluya bancos de datos públicos donde se compartan información industrial y personal anónimos, con supervisión independiente. Sería una forma de garantizar que las firmas de todos los tamaños, así como los investigadores y académicos, pudieran tener el mismo acceso a los datos.

No menos bienvenido sería un acuerdo transatlántico sobre cómo gravar a los extractores de datos, ya sean plataformas, compañías de fintech o fabricantes franceses de bolsos de lujo. El sector público necesita los ingresos, y la administración Biden no puede permitirse ser tan amigable con Silicon Valley como lo fue la última administración demócrata.

La percepción de que los demócratas se vendieron a los intereses corporativos es una de las razones por las que tenemos a Trump. Restaurar la confianza en el sector público también debe ser un objetivo final para cualquier nueva relación transatlántica.


Caso Google

El Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a Google de suprimir la competencia en las búsquedas en internet gracias a una “red de acuerdos de exclusión”.

Consultas

La demanda señala que aproximadamente 60 por ciento de todas las consultas de búsqueda en EU se dirigen a Google, y sube a 80 por ciento si se combina con los canales propios.

Amazon

La Comisión Europea acusó a Amazon de violar las reglas antimonopolio al utilizar datos no públicos que recopila sobre las ventas en su sitio web para impulsar sus propios productos.

Recomendaciones

El regulador de competencia británico prepara un conjunto histórico de recomendaciones para las grandes tecnologías, incluido un organismo de control digital.



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