“Todo el mundo lo hace” no es una gran defensa. A última hora del martes, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por su sigla en inglés) y la de Negociación de Futuros de Productos Básicos (CFTC) resolvieron un litigio con 11 bancos y corredores de Wall Street. Deberán pagar multas por valor de mil 800 millones de dólares por no haber conservado de forma adecuada los registros de comunicaciones electrónicas.
Durante meses, los bancos y las empresas de operaciones bursátiles estuvieron en la mira de los reguladores estadunidenses. Aun así, la cifra colectiva final en dólares fue sorprendente. No se trataba necesariamente de acusaciones concretas de fraude o robo. Más bien, cuando la SEC o la CFTC tocaban a la puerta con una investigación, las empresas no podían reunir todas las comunicaciones de su personal necesarias para completar una consulta. Los inspectores no podían tolerar esta situación.
Los servicios de mensajes y chats eficientes y rápidos, como WhatsApp y Signal, facilitan las comunicaciones laborales en Wall Street. Esto es cierto en la era del trabajo desde casa, pero las reglas de la vieja escuela de los reguladores, que exigen registros, siguen vigentes. Este acuerdo generalizado puede evitar que una sola firma se enfrente a una ignominia excesiva, pero la indiferencia descarada y casi universal a las reglas básicas todavía sorprende.
De acuerdo con los hallazgos, no solo los banqueros senior y junior realizaban en repetidas ocasiones negocios en aplicaciones de chat y mensajes no supervisados, sino que incluso el personal de cumplimiento de algunas empresas hacía lo mismo. En el caso de JP Morgan, por ejemplo, algunos mensajes relevantes para las investigaciones se borraron inadvertidamente.
A los banqueros les puede resultar irritante, si no anticuado, lo quisquillosos que son los organismos reguladores. El grado de agresividad de estos organismo suele variar según el partido político que ocupe la Casa Blanca, lo que agrega un nivel de imprevisibilidad a Wall Street.
Sin embargo, la culpa es de los propios bancos. Sus cientos de abogados internos y responsables de cumplimiento no pudieron inculcar una cultura de higiene electrónica básica. Hace dos décadas, la SEC anunció un acuerdo con 10 instituciones financieras de Wall Street por conflictos de intereses en sus informes de investigación de valores. Uno espera que ahora, como entonces, un considerable castigo colectivo limpie una práctica oscura en las finanzas.
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