En 2022, alrededor de la crisis de FTX, escribí una columna sobre los riesgos que plantean las criptomonedas. La pregunta que realicé entonces fue si estos activos tenían “alguna relación con el papel tradicional de la industria financiera, que es la canalización de ahorros productivos hacia la inversión productiva? ¿O se trata principalmente de mover activos existentes (reales o virtuales) en un ciclo cerrado de financiarización que beneficia en gran medida a un pequeño puñado de operadores ricos? Y si es esto último, ¿por qué lo seguimos permitiendo? Parece que tiene poco uso social”.
Más de dos años después, cuando Elon Musk acaba de poner trabas a la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor (CFPB, por su sigla en inglés) —que estaba investigando varias empresas de criptomonedas y aplicaciones de pagos digitales— las divisas digitales probablemente se abrirán un camino mucho más profundo en el sistema financiero convencional.
La CFPB era el principal regulador de los sistemas de pago digitales no bancarios, y entre el desmantelamiento de esa agencia y la salida del director de la Comisión de Bolsa y Valores de EU (SEC, por su sigla en inglés), Gary Gensler (quien trató y en gran medida no pudo regular el sector), apuesto a que el fraude relacionado con las criptomonedas va a proliferar.
Eso puede plantear problemas para el mundo real. Si bien las criptomonedas pueden no tener un valor inherente, muchos expertos —incluido el profesor de derecho de la Universidad de Columbia, Jeffrey Gordon— temen que, a medida que los activos y pasivos se denominen cada vez más en estos activos, las monedas digitales tendrán un canal hacia la economía real.
“Las stablecoins (diseñadas para dar estabilidad al mercado) pueden caer por debajo de la paridad”, dijo Gordon. “Ya hemos visto esta película antes, con los fondos del mercado monetario de primera calidad”. Durante la Gran Crisis Financiera muchos de estos fondos en apariencia seguros “broke the buck” (rompieron su paridad con el dólar), devolviendo menos de su valor original a los inversionistas.
Eso puede suceder con facilidad con las stablecoins, pero el efecto se vería agravado por el hecho de que si hay una crisis de liquidez en las criptomonedas, no hay una entidad de crédito de último recurso. Simplemente veríamos desaparecer una gran cantidad de valor imaginario, dejando llamadas de garantía del mundo real y déficit de financiamiento. Esto es preocupante dado el hecho de que las personas que invierten en criptomonedas a nivel minorista suelen ser más jóvenes y más vulnerables en materia financiera.
Sé que muchas personas consideran estos activos como una especie de oro digital, una cobertura contra un mundo en el que el dólar puede devaluarse gracias a la creciente situación de deuda y déficit de Estados Unidos, por no mencionar las erráticas políticas económicas de Donald Trump. Si aceptas la idea de que hay una cantidad finita de criptomonedas disponibles gracias a los esfuerzos que se requieren para extraer y rastrear monedas digitales en el blockchain (la cadena de bloques), entonces puedes ver su ascenso como un presagio de un mundo posdólar.
Sin duda, las personas que más se beneficiarán de los activos digitales —como Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jack Dorsey y otros tech bros de Silicon Valley— creen que las monedas digitales se adaptan mejor a un mundo más multipolar. En gran medida no están reguladas y, por tanto, están menos sujetas a las fuerzas políticas (solo hay que ver cómo Trump presiona al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell). De la misma manera que las grandes plataformas tecnológicas demuestran su poder al eliminar usuarios de las redes sociales en ocasiones, las criptomonedas pueden flotar por encima de la política de cualquier estado nación, que es (como discutimos en Swamp Notes la semana pasada) justo el tipo de mundo posgubernamental que buscan los titanes de la tecnología.
Richard, tengo varias preguntas para ti. La primera es ¿cuál es tu opinión general sobre las criptomonedas (y me doy cuenta de que probablemente depende de la moneda)? Segundo, ¿crees que ya se están afianzando en la economía real? Tercero, ¿tienes una idea sobre si Musk puede hacer que los activos digitales se conviertan en una parte más importante de la plomería financiera de Estados Unidos, y cuáles pueden ser las ramificaciones de eso?
Lecturas recomendadas
-Hace unas semanas escribí en Financial Times sobre cómo va a crecer la división regulatoria entre los estados azules (demócratas) y los rojos (republicanos). Estamos empezando a ver uno de los resultados de esto, que es un éxodo de grandes empresas como Chevron de California.
-Me deleité con el artículo de portada de Vanity Fair sobre los intentos fallidos de Harry y Meghan (al menos hasta ahora) de convertirse en titanes empresariales al estilo de California.
-En Financial Times, Emma Jacobs tuvo una opinión divertida sobre la crianza performativa de Elon Musk y J. D. Vance (todas las madres trabajadoras deben estar poniendo los ojos en blanco), y no se pierda la visión futurista del brillante economista Daron Acemoglu sobre cómo los historiadores pueden ver la era Trump y las perspectivas de Estados Unidos después de ella.
Richard Waters responde
Solía pensar en las criptomonedas como una tecnología extremadamente interesante en busca de usos significativos (establecer una visión compartida de la realidad sin una autoridad central es una idea buenísima); sin embargo, creo que descubrimos cuál es la aplicación que supera a todas las demás, al menos por ahora: la especulación.
Las criptomonedas tienen cierta utilidad (más allá del lavado de dinero y la evasión fiscal), pero no valen 3.2 billones de dólares (el valor de todas las monedas en circulación, de acuerdo con CoinMarketCap). Sin duda, muchos tenedores de bitcóin lo consideran como una forma de oro digital, pero quién sabe cuánto durará eso: es una construcción social con poca historia. Las stablecoins tienen un uso teórico como una forma más predecible de moneda digital, aunque, como sugieres, es imposible saber qué tan bien están respaldadas, lo que más bien socava el propósito. Los memecóins y los NFT siempre tendrán valor para algunas personas como artículos coleccionables digitales, en particular como significantes culturales o políticos. Después de decir esto, la burbuja de los NFT de hace un par de años fue una locura, y es una tontería creer que las monedas de Trump —en esencia, tarjetas coleccionables con imágenes del presidente— valen 3 mil 800 millones de dólares.
Las áreas en las que pensé que las criptomonedas pueden empezar a influir en la economía digital en general no han llegado a mucho. Las finanzas descentralizadas siguen siendo solo una forma de eludir la regulación financiera, hasta donde sé. Y la idea de que los tókenes digitales respaldarán una nueva generación de aplicaciones descentralizadas, desde juegos hasta redes sociales (lo que se conoce como Web3), fracasó por completo.
En cuanto a Musk: al igual que Trump, creo que está profundamente intrigado, pero no creo que ninguno de los dos sea un verdadero creyente. A Musk le encanta el valor de los memes y el potencial disruptivo, pero después de que invirtió parte del efectivo extra de Tesla en bitcóin hace unos años y el precio cayó, rápido se deshizo de tres cuartas partes de su participación. Para Trump, es un árbol mágico de dinero (esas monedas de Trump) y una cuestión de conveniencia política (ayudó a mejorar su posición entre los jóvenes, y el dinero cripto se ha convertido en una fuente importante de donaciones políticas).
Por eso creo que Trump hará todo lo posible para ser amigable con las criptomonedas sin hacer demasiado para agitar las aguas. Como dices, es probable que la SEC meta reversa en algunas acciones (de ahí el aumento de cinco veces en Ripple desde la elección). Pero no esperaría que retroceda por completo: la ley de valores seguirá siendo un arma importante contra las estafas más atroces. Trump incluso puede cumplir la promesa de situar una pequeña parte de las reservas financieras estadunidenses en bitcóin, sin duda alimentando otro aumento en el precio.
Esto parece una receta para más especulación y, sin duda, más fraude. Solo se volverá verdaderamente preocupante si adquiere importancia sistémica —por ejemplo, si las criptomonedas se entrelazan con el sistema bancario—, pero creo (espero) que estamos muy lejos de eso. Y en cuanto a si el precio del bitcóin será más bajo cuando Trump deje el cargo que cuando empezó, quién demonios sabe.