Las democracias mundiales deben continuar unidas

Los aliados de la OTAN tienen que pactar una posición común sobre el abasto de armas a Kiev y la hostilidad de Pekín.

(Reuters)
GIDEON RACHMAN
Londres /

En 2022, algo bueno surgió de algo malo. La invasión de Rusia a Ucrania dio lugar a una notable muestra de unidad y decisión por parte del mundo democrático.

Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Japón, Corea del Sur, Canadá y Australia impusieron a Rusia sanciones económicas sin precedente. Ucrania recibió miles de millones de dólares de ayuda militar y económica. En Europa, Alemania prometió dar un giro histórico a sus políticas de defensa y energía. Finlandia y Suecia solicitaron su ingreso en la OTAN.

La hostilidad de China hacia Taiwán y su anuncio de una asociación “sin límites” con Rusia también provocaron una reacción en la región Indo-Pacífico. Japón anunció un importante aumento del gasto militar. Filipinas estrechó sus lazos con EU, mientras que India, Japón, Australia y EU celebraron una cumbre.

Europa y Asia también empezaron a colaborar de forma más estrecha. Por primera vez, Japón, Corea del Sur y Australia asistieron a una cumbre de la OTAN.

Este año, será más difícil mantener la unidad de las democracias avanzadas. El liderazgo activo y comprometido de EU ha sido crucial para la respuesta a la alianza entre Rusia y China, pero están surgiendo graves tensiones entre Washington y sus aliados.

En Europa, las cuestiones clave son tanto estratégicas como económicas. La alianza occidental está dividida sobre la futura ayuda militar a Ucrania. Esas divisiones se pusieron de manifiesto en una reunión de aliados que se celebró el viernes en Ramstein, cuando Alemania se resistió a las intensas presiones para permitir la transferencia de tanques Leopard a Ucrania.

Aunque los titulares después de la reunión se centraron en el aislamiento de Alemania, las divisiones dentro de la alianza occidental son más complejas que eso. Existe un ala de línea dura que incluye a Polonia, los países nórdicos, los países bálticos y Reino Unido, y que presiona para que se transfiera a Ucrania armamento más avanzado, incluidos tanques.

EU está en un punto intermedio entre los halcones (la línea dura) y los alemanes, en extremo cautelosos. A los primeros les preocupa que la administración Biden se haya dejado atemorizar por la amenaza de una guerra nuclear y, por tanto, haya sido demasiado tímida en la entrega de armamento avanzado, como misiles de mayor alcance. Pero las críticas quedan apagadas porque Estados Unidos es, por mucho, el que más otorga ayuda militar y financiera a Ucrania.

Estas divisiones son manejables ahora, pero, si la guerra se vuelve contra Ucrania esta primavera, las recriminaciones pueden ser feas.

Las tensiones entre EU y Europa también tienen una dimensión económica, muchos en la Unión Europea ahora acusan a Washington de proteccionismo, al conceder grandes subsidios a las industrias ecológicas y a los vehículos eléctricos dentro de Estados Unidos.

La respuesta habitual de EU —que Europa se limite a conceder sus propios subsidios a la tecnología verde— puede ser poco realista. Dejar que los Estados subsidien sus propias industrias puede hacer estallar el mercado único de la Unión Europea, mientras que un régimen de subsidios unificado en el bloque provocará de inmediato discusiones sobre cómo se recauda el dinero y dónde se gasta.

Acechando detrás de todo esto está el temor cada vez mayor de que EU esté rebasando a Europa en materia económica, y a que la invasión a Ucrania esté acelerando este proceso. Los industriales europeos señalan las ventajas clave de las que disfruta EU: energía barata, abundancia de tierras, liderazgo tecnológico y la moneda de reserva del mundo.

Y entonces está China. El lenguaje y las actitudes de confrontación con Pekín ya son algo habitual en la política estadunidense. La mayoría de los gobiernos europeos y asiáticos aún se muestran cautelosos. China es ahora la mayor línea divisoria potencial en la relación entre EU y sus aliados asiáticos. Japón, Australia, Corea del Sur y Filipinas son aliados en virtud de tratados y están de acuerdo en la necesidad de aumentar la disuasión militar de China.

Me di cuenta de esta división de opiniones mientras presidía una sesión en el Foro Económico Mundial. Un participante estadunidense, Stephen Pagliuca, copresidente saliente de Bain Capital, argumentó que las democracias del mundo empezarán a comerciar cada vez más entre ellas, y citó la invasión a Ucrania como advertencia sobre el riesgo de depender económicamente de una autocracia. Tak Niinami, director ejecutivo de Suntory Holdings, se mostró cauteloso ante este argumento, y celebró el hecho de que el comercio de Japón con China esté en aumento.

Los singapurenses están preocupados por el alcance de las restricciones estadunidenses a las exportaciones tecnológicas a China. Les preocupa que provoquen un nuevo y peligroso aumento de las tensiones entre EU y China.

Estas tensiones pueden ser un problema para los esfuerzos por mantener unidas a las democracias de Europa, Asia y de América durante el próximo año, pero aunque las divisiones dentro del “Occidente global” son perceptibles, pueden reducirse mediante cambios políticos inteligentes. Los responsables estadunidenses de las políticas son cada vez más conscientes de la angustia europea ante la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por su sigla en inlgés).

Los aliados de la OTAN tienen que acordar una posición común sobre el suministro de armas a Ucrania antes de que se intensifiquen los combates. La unidad entre aliados democráticos que se logró en 2022 fue algo valioso. No debe desperdiciarse en 2023.

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