João Carlos Brega no disimula su exasperación mientras saca una lista de números para explicar la complejidad del sistema tributario brasileño.
“Hay más de 40 impuestos distintos y para cada uno de ellos hay subsecciones, que suman un total de 394 mil… muchos de los cuales se contradicen entre sí. Una compañía aquí pasa cerca de 2 mil 600 horas al año atendiendo a los requisitos fiscales”, dijo el presidente de Whirlpool América Latina.
“Es casi imposible que alguien cumpla al ciento por ciento, todos los días publican nuevas reglas”.
La angustia de Brega se refleja en las salas de consejo de la nación más grande de América Latina, donde las empresas han estado sometidas durante décadas a un régimen fiscal kafkiano de reglas que cambian constantemente y regulaciones opacas.
Pero ahora, alentados por la aprobación a principios de año de una reforma de pensiones largamente esperada, los funcionarios centraron su atención en simplificar uno de los sistemas impositivos más complejos del mundo.
Es un objetivo ambicioso. Las administraciones consecutivas trataron de vender una reforma fiscal, solo para que las propuestas trastabillaran bajo la presión del cabildeo político y los intereses profundamente arraigados, generalmente a niveles estatal y municipal. Los legados históricos y la falta de confianza alimentaron por años la resistencia de los 27 gobernadores y miles de alcaldes de la nación a cualquier intento de centralizar la recaudación de impuestos.
Sin embargo, el optimismo es cada vez mayor de que entre la inclinación reformista del gobierno, un Congreso comprensivo y el sector empresarial vociferante, las estrellas se están alineando para aprobar una legislación que pueda atraer inversiones e impulsar la vacilante economía de Brasil.
En una encuesta reciente se muestra que 52 por ciento de los parlamentarios de la nación cree que algún tipo de reforma fiscal se va a aprobar en el primer trimestre del próximo año.
“Hacer impuestos aquí es un agujero negro de miseria que depreda y que consume mucho tiempo. Una reforma cambiará la vida de cada uno de los directores financieros”, dijo Kevin Gibson, CEO para América Latina de Robert Walters, el grupo de reclutamiento.
Una mediana empresa brasileña requiere de alrededor de 2 mil horas para preparar y pagar impuestos, según datos del Banco Mundial, con mucho, la mayor cantidad de tiempo en el mundo. En contraste, una empresa estadunidense se tarda 175 horas y un grupo de Reino Unido tarda 105 horas.
Durante los últimos 30 años, cada día se cambiaron en promedio 35 reglas fiscales, o 1.45 cada hora, de acuerdo con el Instituto Brasileño de Planeación e Impuestos. El Índice de Complejidad Fiscal global que dirige LMU Munich y la Universidad Paderborn, ubica a Brasil en último lugar.
“Nunca había visto algo así en mi vida. Brasil es simplemente algo totalmente diferente”, aseguró Laurent Kabbabe, director financiero de Louis Vuitton en América del Sur. “La reforma es ciento por ciento necesaria”.
Hay tres propuestas sobre la mesa, una del gobierno y una de cada una de las dos cámaras del parlamento. En diversos grados, todas comparten el objetivo común de simplificar la gran cantidad de impuestos de Brasil al unificarlos en paquetes manejables.
“Tenemos tres niveles de impuestos en el país: federal, estatal y municipal y no hay conexión entre ellos. Entonces tenemos un gobierno federal, pero tenemos 27 estados diferentes y más de 5 mil ciudades. Esa es la razón por la que el sistema tributario es tan complejo”, explicó Douglas Mota, socio de asuntos fiscales de la firma de abogados Demarest.
“Es más, tenemos grandes obligaciones y muchas sanciones si no cumples con las normas. No es un problema de la carga tributaria, es un problema de complejidad y de incertidumbre legal”, destacó Mota, y agregó que es probable que las propuestas sean neutrales para los ingresos del gobierno.
De los tres posibles modelos, la propuesta de la legisladora Baleia Rossi en la Cámara baja es la más avanzada. Busca crear un impuesto general sobre bienes y servicios uniendo cinco impuestos en los niveles federal, estatal y municipal.
Sin embargo, la propuesta es polémica y es probable que haya mucha resistencia porque “cambia la forma en que los estados reciben ingresos”, comentó Lucas Galvão, socio de la firma de abogados Barros Carvalho Advogados, señalando una profunda oposición a cualquier plan de recaudación de impuestos federalizados.
El plan, sujeto a un periodo de transición de 10 años, también es probable que cause molestia en el sector servicios, que experimentaría “aumentos vertiginosos” en las obligaciones de pago, agregó Galvão. La industria, por otro lado, está lista para beneficiarse.
Mientras tanto, la propuesta del gobierno intenta evitar una confrontación con los estados y municipios al enfocarse en la creación de un impuesto al valor agregado a nivel federal. También se cree que el gobierno está considerando un impuesto sobre los dividendos en una fase posterior.
“Nadie pide una reducción de impuestos. Reconocemos que es necesario que el gobierno pague sus gastos. Pero reducir la complejidad es algo obligatorio y es necesario que se haga lo antes posible”, reconoció Brega.
La complejidad del papeleo significa que las compañías se ven obligadas a llenar sus equipos de finanzas con personal subalterno que los ejecutivos dicen que no agregan valor a las firmas.
“La reforma fiscal es una de las claves para desbloquear el potencial de Brasil. Simplificar el sistema tributario liberará recursos para las empresas y el gobierno”, destacó Tiago Azevedo, director financiero del grupo de comercio electrónico Mercado Libre, que recibe actualizaciones fiscales diarias para seguir cumpliendo con las reglas cambiantes.
Sin embargo, a pesar del entusiasmo del sector corporativo de Brasil, los analistas advierten que el proceso llevará tiempo. Los legisladores dicen que las discusiones no comenzarán en serio hasta febrero, cuando se reanude el Congreso después de su receso de verano.
Luego, se corre el riesgo de que las propuestas sean víctimas del regateo político antes de las elecciones municipales en octubre.
394,000 Gravámenes contemplan las leyes brasileñas en las subsecciones de cada uno de los 40 impuestos principales inscritos en las leyes.
2,600 Horas invierten las empresas brasileñas al año para atender los requerimientos fiscales; en Estados Unidos son 175 horas.
35 Normas fiscales se modifican en Brasil a diario durante los últimos 30 años, lo que representa 1.45 cada hora.
52% De legisladores cree que una reforma fiscal que simplifique el sistema será aprobada en el primer trimestre de 2020.
MRA