Es semana de la Fed. Predigo que la retórica de la Reserva Federal será bastante dura, después del precedente que estableció el mes pasado en Jackson Hole. También vaticino que el mercado todavía no lo va a creer. ¿Tienen predicciones diferentes?
¿Qué importancia debe tener la desaceleración de China para los inversionistas globales?
La lista de razones para ser bajista tiene, en la actualidad, tres grandes elementos. Uno: para sofocar la inflación, la Reserva Federal endurecerá la política monetaria hasta que Estados Unidos entre en recesión. Dos: una crisis de energía llevará a Europa y a Reino Unido a la recesión, si es que aún no lo ha hecho. Tres: la política de cero covid y una crisis inmobiliaria que se mueve a cámara lenta garantizan un crecimiento anémico de China.
Los problemas de China se afianzaron en el tercer puesto la semana pasada, cuando se publicaron los datos económicos clave de agosto. Si bien las cifras principales no fueron tan malas como en julio, el panorama subyacente no ha mejorado, en especial respecto a la demanda interna. La maquinaria de fabricación y exportación de China sigue funcionando, aunque la debilidad de la demanda mundial empieza a notarse. Pero en el ámbito nacional, las cosas se ven mal:
-Las ventas minoristas de agosto aumentaron 5.4 por ciento, un repunte respecto al 2.7 por ciento de julio, pero los analistas se apresuraron a señalar que la mejora se debió en gran medida a una comparación más fácil con el año pasado y a los subsidios del gobierno para la compra de automóviles. En términos mes a mes y ajustados a la estacionalidad, Julian Evans-Pritchard, de Capital Economics, estima que el indicador disminuyó 0.8 por ciento.
-El desempleo juvenil se mantiene cerca de 20 por ciento, y va en aumento.
-Para los exportadores mundiales de mineral de hierro, cobre y otras materias primas que se utilizan en la construcción, no hay señales de recuperación en el mercado inmobiliario y la inversión en el ramo fija sigue a la baja.
-El gobierno impulsa diversas formas de estímulo. Los vehículos de financiamiento de los gobiernos locales piden préstamos para comprar terrenos, apoyando a las ciudades y provincias en lugar de las empresas inmobiliarias en retroceso. El Banco Popular de China recortó la tasa de interés de los préstamos. El gobierno alienta a los bancos a proporcionar fondos para reanudar los proyectos paralizados, pero dada la magnitud de los problemas, parece que se trata de un retoque en los bordes, con más retórica que sustancia. A continuación, lo que escribió Adam Wolfe, de Absolute Strategy Research, el mes pasado:
“El gobierno aún no aplica las medidas de estímulo que se han rumoreado. Los reportes de los medios de que los gobiernos locales podrán utilizar 1.5 millones de yuanes de las cuotas de emisión de bonos del próximo año todavía no se confirman. Y no aún no se anuncia el fondo de rescate para proyectos de vivienda que están paralizados y que supuestamente aprobó el consejo de Estado”.
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-El estímulo monetario es ineficaz porque China se encuentra en una trampa de liquidez. “El sector privado de China tiene poco interés en pedir más préstamos… existen muchos fondos para prestar, pero están en el sistema bancario sin utilizar”, resume Craig Botham, de Pantheon Macroeconomics. “Así que el crecimiento del crédito es más lento que el de la oferta monetaria”.
No es una imagen alentador, pero para los inversionistas que no están directo en China, ¿debe ser motivo de preocupación?
Un inversionistas institucional en Nueva York, Londres, Tokio o Singapur, con una cartera estándar de acciones y bonos, tendrá mucha exposición directa a las economías estadunidense y europea. Su exposición directa a China es quizá mucho menor por varias razones. El sistema financiero chino es cerrado y la propiedad extranjera de sus activos financieros es baja (y en el caso de los bonos corporativos, disminuye con rapidez). Y aunque la nación asiática desempeña un papel inmenso en la satisfacción de la demanda de bienes fuera de su territorio, su papel como fuente de demanda de bienes y servicios para otros países es mucho más limitado y se concentra en unos cuantos ámbitos, sobre todo en las materias primas y los semiconductores (las diez principales participaciones en el índice MSCI World China Exposure Index consisten en cinco empresas de semiconductores, cuatro grupos de materias primas y un fabricante de componentes electrónicos).
No obstante, aparte de los grandes exportadores de materias primas, como Brasil y Australia, la exposición directa a la demanda china no es enorme: Joerg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio Europea en China, me señaló que las exportaciones europeas a China (112 mil millones de euros) son bastante inferiores a las de Reino Unido (161 mil millones) y no son mucho mayores a las de Suiza (91 mil millones de euros).
Y aunque es importante no exagerar la contribución de China a la demanda mundial, es igual de relevante reconocer que los ámbitos en los que la demanda china es más significativa —las materias primas y los semiconductores— son muy cíclicos y visibles. La contribución de Pekín es muy volátil y puede ser tanto un indicador principal del crecimiento mundial como un poderoso motor de la confianza mundial. Esto ayuda a explicar los datos de Absolute Strategy Research, que muestran una correlación significativa, aunque desigual, entre la economía china y el rendimiento de las acciones mundiales.
Me pregunto si la correlación puede ser más débil esta vez. Dado que los dos grandes problemas de China (el covid y la vivienda) son en gran medida locales, ¿en qué medida la desaceleración de Pekín resultará ser un problema global en este ciclo, aparte de sectores bastante específicos como las materias primas? ¿Liderará China la economía mundial o solo la seguirá?
Una lectura interesante
Adam Tooze escribe sobre los riesgos de un endurecimiento monetario global coordinado, un “error de la Fed” a escala mundial.