El llamado de la Casa Blanca para obtener más petróleo de Arabia Saudita y Rusia la semana pasada causó alarma en Alberta, la provincia canadiense que es, por mucho, el mayor proveedor de petróleo extranjero de Estados Unidos.
La solicitud se produjo apenas dos meses después de que la decisión del presidente Joe Biden de revocar un permiso crítico que llevó al final del oleoducto Keystone XL. El proyecto de 8 mil millones de dólares, destinado a transportar crudo pesado de las arenas bituminosas de Alberta a Texas, enfrentó años de una feroz oposición ambiental.
“¿Por qué el gobierno de EU bloquea las importaciones de energía de Canadá, un país amigo, mientras presiona para que haya más importaciones de las dictaduras de la OPEP y del régimen ruso de Putin?”, preguntó en Twitter Jason Kenney, primer ministro de Alberta.
La provincia alberga el tercer depósito de petróleo más grande del mundo y fijó su futuro económico en el aumento de las exportaciones a su vecino del sur.
Sin embargo, los nuevos proyectos de arenas bituminosas en Alberta, entre los que tienen las emisiones de carbono más grandes del mundo, están en problemas debido a que los gobiernos prometen una descarbonización profunda, los científicos patrocinados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierten que la crisis climática está empeorando y a Wall Street le disgustan los combustibles fósiles.
- Te recomendamos ONU destina 8 mdd a Haití para ayudar a los afectados por terremoto Latino América
La extracción de betún de las arenas bituminosas de Canadá es una forma de producción de crudo que consume mucha energía. A pesar de las mejoras en la eficiencia, las emisiones de CO2 equivalente siguen siendo más altas que la mayoría de las otras fuentes de petróleo. Las emisiones totales de las arenas bituminosas aumentaron casi 140 por ciento entre 2005 y 2019, a 83 millones de toneladas por año, o más de 10 por ciento del total de Canadá, de acuerdo con la presentación del país a la ONU.
A pesar de la cancelación de Keystone XL, la producción de petróleo de Alberta (principalmente de las arenas bituminosas) alcanzó un máximo histórico en el primer semestre del año, con un promedio de 3.5 millones de barriles por día a medida que aumentaron los proyectos después de la caída de precios del año pasado y la provincia elevó las cuotas de producción.
Sin embargo, el gasto de capital en el sector de gas y petróleo de Canadá se desplomó desde un máximo de 81 mil millones de dólares canadienses (65 mil mdd) hace siete años a poco más de 27 mil millones de dólares canadienses este año, según la Asociación Canadiense de Productores de Petróleo (CAPP, por su sigla en inglés).
Tim McMillan, presidente de CAPP, culpa a Justin Trudeau por las políticas que, según él, tuvieron un efecto “atenuador” sobre la inversión, como el impuesto federal al carbono y una nueva ley para endurecer la supervisión ambiental de nuevos proyectos de energía como oleoductos.
Los analistas del sector dicen que las fuerzas más generales son más significativas, entre ellas las dudas que hay sobre la demanda a largo plazo, los efectos de la caída de precios del año pasado y los cambios de las políticas contra los combustibles fósiles.
El administrador de activos BlackRock, por ejemplo, ahora agrupa la industria de las arenas bituminosas con armas de fuego civiles, tabaco y otros sectores parias. Algunas aseguradoras se están retirando y varios bancos dicen que no van a financiar nuevos proyectos de arenas bituminosas.
“Si los gobiernos se toman en serio sus objetivos de cero neto, entonces los suministros de alto costo y sensibles a (la agenda) ESG como las arenas bituminosas canadienses no pueden crecer, y se pone en duda su existencia sostenida”, dijo Al Salazar, vicepresidente de inteligencia de consultora Enverus. (ESG se refiere a asuntos ambientales, sociales y de gobernanza).
Por ahora, el consenso es que las arenas bituminosas se van a expandir con mucho más lentitud de lo que se esperaba hace una década, cuando las compañías petroleras internacionales se unieron a la fiebre del oro de los últimos días en el norte de Alberta.
Alex Pourbaix, director ejecutivo de Cenovus Energy, el segundo productor más grande de Canadá, dijo que su compañía utiliza el efectivo que fluyó de los mayores precios del petróleo de este año para eliminar la deuda y pagar a los accionistas. “Será sin ese tipo de proyectos de capital gigantes”, dijo a Financial Times.
Suncor Energy, un productor rival, dijo a inversionistas que va a buscar “el valor sobre volumen” hasta 2025. Canadian Natural Resources, el mayor productor del país, planea solo un modesto aumento en el gasto.
“Los accionistas no quieren que (las compañías) crezcan en este momento, y, de todos modos, en este mundo no creo que los nuevos proyectos de arenas bituminosas sean acogidos con beneplácito”, dijo Jackie Forrest, directora ejecutiva del Arc Energy Research Institute de Calgary.
Kevin Birn, analista jefe para el mercado petrolero canadiense de la consultora IHS Markit, estima que la producción de arenas bituminosas en el mejor de los casos aumentará otros 650 mil barriles por día para 2030, si se optimizan los proyectos y se reactivan las expansiones previstas.
Los cinco mayores productores canadienses recién propusieron un proyecto de descarbonización de 75 mil mdd que incluye la captura, utilización y almacenamiento de carbono y el uso potencial de tecnología nuclear a pequeña escala para eliminar las emisiones de las operaciones.
Forrest dijo que las medidas federales y de las provincias —entre ellas el impuesto al carbono, un estándar de combustible limpio y un próximo crédito fiscal— deben hacer que la descarbonización sea atractiva para los operadores.
“Para finales de la década, Canadá será una cuarta parte del petróleo del mundo libre”, dijo Adam Waterous, director de Waterous Energy Fund, una firma de capital privado de Calgary.
Los críticos dicen que Alberta confía en perspectivas optimistas para la demanda mundial de petróleo que no pueden ocurrir si el mundo cumple con los objetivos de emisiones. La provincia perdió una batalla en la corte suprema para detener el impuesto al carbono de Canadá, investigó el financiamiento de los ambientalistas y creó una unidad para derrotar a los críticos en los medios y Hollywood.