Grupo Campari, la dinastía licorera

FT Mercados

La adquisición de empresas de licor aumentará a medida que los beneficios de expansión comiencen a superar el orgullo familiar.

Campari llevó a cabo 17 adquisiciones desde 2008, la más importante fue la del licor Gran Marnier (Reuters).
Leila Abboud
Ciudad de México /

La paciencia es una virtud entre los expertos destiladores de whisky o coñac de gama alta, quienes a menudo esperan años para que el añejamiento de los licores quede a la perfección.

Es posible que se requiera de una fortaleza similar en las empresas que buscan consolidar la aún fragmentada industria global de los licores. En contraste con la forma cómo el mercado de cerveza se concentró en las últimas décadas, en el sector de los licores, el proceso ha sido mucho más lento.

Los cinco principales productores de licores representan 29% del valor total de ventas minoristas en el mundo, de acuerdo con un análisis que hizo Bernstein Research de los datos de IWSR, mientras que los cinco principales productores de cerveza representan 55%.

Parte de la inercia se debe a que todavía hay muchas familias que son propietarias de los productores de licores, como la marca de Bacardí, que están detrás del fabricante de ron con el mismo nombre, o los Brown, detrás de Brown-Forman, el productor de Jack Daniels.

En medio de las perspectivas de un saludable crecimiento, muchos optaron por seguir administrando sus empresas en lugar de venderlas. Ya que las compañías de licores suelen generar un nivel significativo de efectivo, siempre hay grandes dividendos que reciben las familias. Esto difiere de los cálculos hechos por las cervecerías regionales, que decidieron vender a gigantes como Anheuser-Busch InBev, pues creyeron que no podrían competir contra ellos dadas las economías de escala en la cerveza.


 Sin embargo, algunas personas en el sector de licores piensan que es inevitable que haya más negociaciones. Bob KunzeConcewitz, CEO de Davide, Campari Milano, dice que los beneficios al final van a superar el orgullo familiar. 

“Es probable que se produzca una mayor consolidación porque hay enormes sinergias en todo, desde la distribución, los gastos generales y la mercadotecnia”, menciona el ejecutivo quien supervisa la rápida expansión en Campari desde que asumió el cargo en 2007.

Ese tipo de ahorros pueden alcanzar aproximadamente 10% de las ventas de la compañía que se está adquiriendo, estima Trevor Stirling, un analista de Bernstein Research, lo que proporciona un incentivo atractivo para los acuerdos. 

Sin embargo, en el caso de Campari, la familia Garavoglia se opone a la venta, aunque la compañía, que disfruta de un crecimiento repentino impulsado por la tendencia de Aperol Spritz, probablemente sea una presa atractiva para un grupo de licores más grande.

 “La familia Garavoglia no vende; ellos quieren ser dueños de su propio destino”, insiste Kunze-Concewitz. 

En su lugar, el presidente Luca Garavoglia respalda al CEO en su esfuerzo por expandirse mediante la compra de las que considera marcas de licores infravaloradas y descuidadas, para después revitalizarlas.

 Campari llevó a cabo 17 adquisiciones por un valor de 1,700 millones de euros desde 2008; la más importante fue la del licor Grand Marnier en 2016 y el bourbon Wild Turkey en 2009.

 Para Stirling, las perspectivas de fusiones y adquisiciones de transformación entre las compañías de licores pueden depender de los cambios generacionales entre las distintas familias. “Normalmente estos negocios se venden cuando hay un conflicto en la familia o agitación en torno a una muerte o un divorcio”, dice.

 Los analistas a menudo citan a Bacardí, donde los accionistas de la familia son cientos de personas, donde podría darse un cambio en la forma de una salida a bolsa. Otras empresas más pequeñas que podrían ser presas tentadoras, incluyen a William Grant & Sons, que es fuerte en whisky escocés y ginebra, y el fabricante de coñac Rémy Cointreau.

 Pero no hay señales de que las respectivas familias propietarias de esos grupos vendan en un futuro. 

La llegada del inversionista Elliott Management a Pernod Ricard, también generó especulaciones de que el fondo de cobertura presionaría para una venta entre Diageo y LVMH. El jefe de LVMH, Bernard Arnault, lo negó públicamente y dijo que no haría nada para desestabilizar a Alexandre Ricard ni a la familia. 

Con tan grandes personalidades e intereses que dan forma a la industria de los licores, Stirling comparó la posibilidad de predecir las uniones con “jugar ajedrez de varias dimensiones”. Sin embargo, la lenta y constante consolidación del sector parece continuar. “Los precios que estos activos pueden obtener han ido subiendo y subiendo”, agregó.


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