Jorge Ramos, el comentarista rebelde

Cuestionó a Fidel Castro, Ernesto Samper, Barack Obama y a Donald Trump. Su noticiero en EU lo ven 2 millones de hogares hispanos.

"Ramos ocupa una posición inusual en los medios de EU. Lo ven dos millones de hogares y es el rostro en el que confían 55 millones de hispanos".
John Paul Rathbone
Ciudad de México /

Quienes tenemos raíces latinoamericanas sabemos que la puntualidad se nos dificulta. Pero Jorge Ramos llega puntual como a las transmisiones de televisión.

Almorzamos en Talavera, un restaurante mexicano en Coral Gables, Florida.

Ramos, de 58 años, ocupa una posición inusual en los medios de Estados Unidos (EU). Nació en la Ciudad de México, pero lleva tres décadas en Miami y es copresentador del noticiero nocturno de Univision, la cadena de habla hispana más grande en EU.

Lo ven 2 millones de hogares y sus niveles de audiencia son comparables a los de transmisiones en CBS y Fox. Quizá sea el rostro más conocido y en el que confían 55 millones de hispanos en EU.

Los estadounidenses de habla inglesa lo descubrieron después de que lo sacaron de una conferencia de prensa de Donald Trump el año pasado. “Regresa a Univision”, le dijo Trump cuando cuestionó sus planes de deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados. “¿Qué hacer cuando te enfrentas a una figura como Trump? Tienes que tomar una posición. Si no, y lo eligen a Trump, te arrepientes”.

Ramos escribe una columna semanal, es coanfitrión de dos reseñas de noticias de fin de semana en español y en inglés y escribe libros (12 hasta el momento).

Le doy un sorbo a un Don Julio Añejo y vemos el menú. Para mi deleite hay chiles en nogada.

Le pregunto si Trump le recuerda a uno de los presidentes populistas de América Latina que entrevistó.

“Conocí a Hugo Chávez en 1998, cuando todavía vestía de traje y corbata. Sí comparten un toque populista”, responde.

En 1986, ya en Miami, Ramos se convirtió en presentador de un programa de noticias nocturno del que todavía es coanfitrión. Desde entonces, recibió un codazo en las costillas del cuerpo de seguridad de Fidel Castro tras preguntarle si no era tiempo de llamar a elecciones.

Recibió amenazas de muerte en Colombia por preguntar a Ernesto Samper si su campaña recibió financiamiento con dinero de las drogas. Luego llamó la atención de Clinton y Bernie Sanders, y Barack Obama se retorció durante una entrevista en 2014 cuando lo describió como el “deportador en jefe” por expulsar a 2 millones de inmigrantes. “Lo que hago en inglés es lo que hago en español”, insiste. “Hago preguntas”.

El poder de compra de los hispanos se estima en 1,400 millones de dólares, y crece diario. “Para 2044, los blancos van a ser una minoría en EU”, dice. “Trump es su símbolo, el hombre que mantendrá fuera a los ‘otros’. Pero ese no es el futuro. Es este”, dice, y señala el restaurante lleno de clientes bilingües. “Trump será el último que busque la presidencia solo con el voto blanco”.

Su proyecto más reciente es un documental con HBO y explora el odio en EU. “La población teme y está enojada”, dice. Pregunto si esto hace que Trump sea la voz de una comunidad que se siente amenazada, como Ramos entre los hispanos. “Eso es justo lo que dijo el Ku Klux Klan”, es su sorprendente respuesta. “Me dijeron: tú das tu punto de vista, nosotros el nuestro. ¿Cuál es la diferencia?”.

Ramos hace una pausa. “La respuesta a esa pregunta es importante. Nos quieren excluir. Nosotros no queremos excluirlos”.

Hablamos de América Latina. Ramos se muestra optimista. “Los millennials empujan al cambio. Son menos ideológicos y más pragmáticos” que sus padres.

Aplaude los cambios de gobierno en Argentina y Brasil. Cita a Venezuela, donde “miles de personas marchan por un cambio”. Llama al acuerdo de paz del gobierno de Colombia con los rebeldes marxistas “una perla”. Es optimista con México: “El aumento de las críticas en redes sociales es señal de una creciente independencia”.

¿Qué opina del error de Peña Nieto de reunirse con Trump? “Peña pensó que podía ganar. Quería cambiar la narrativa. Su oportunidad fue en la conferencia de prensa cuando Trump dijo que no se discutió sobre la construcción de muros. Pero Peña fue sumiso, o no entendió el inglés de Trump. De cualquier forma, lo echó a perder”.

El secreto para el éxito en televisión es parecer natural bajo las luces mientras usas maquillaje, dice. En persona habla en frases nítidas de noticiero de TV y, si bien su inglés tiene acento, su español ya no lo ubica como mexicano: tiene más tiempo en Miami que en México.

“¿Postre?” Ramos elige flan. Yo un mazapán y un espresso. Mientras llega la cuenta, me dice que “reconocer al ‘otro’ tal vez solo sea una idea filosófica francesa. Pero si no lo haces, ellos no te van a reconocer. Donald Trump no lo hace. La supervivencia de los inmigrantes depende de ello” (sí, los presentadores de televisión también pueden llegar a ser profundos).

A pesar de sus fuertes opiniones, Ramos es pulido y ensayado. Como uno de los hispanos más prominentes en EU cuida su reputación y es escrupuloso. Hablamos de la cuenta, que normalmente paga FT, pero la dividimos por razones éticas.

Antes de salir, me da una copia de su último libro, Sin miedo: Lecciones de los rebeldes, y escribe en el interior, “John Paul: que tu voz nunca se apague”.


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