Los contadores de KPMG no pueden cambiar las “puertas del avión a manual”. Tampoco los consultores de AlixPartners pueden preguntarle a los pasajeros “¿pollo o carne?”. Esa, al menos en sentido figurado, es la razón por la cual Thomas Cook, el operador turístico que colapsó, no se encuentra ahora en administración, sino en una liquidación obligatoria.
Sin duda se pueden encontrar compradores para partes de su negocio: operaba 100 aviones, 180 hoteles y complejos turísticos de marca propia, y más de 500 tiendas. Sin embargo, su tamaño alimentado por la deuda simplemente era demasiado para que un administrador considerara hacerse cargo. Mucho menos para hacerlo despegar.
A muchos se responsabiliza por los vacacionistas de la agencia Thomas Cook que se quedaron varados la mañana del lunes pasado.
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Se sospechaba que los fondos de cobertura que buscaban beneficiarse de la desaparición del grupo, mediante la compra de intercambios de incumplimiento crediticio que pagan si se va a la quiebra, también compraban bonos que les permiten rechazar un rescate.
Una persona con información dentro de la empresa le dijo a Lombard: “Creo que hay mucha verdad en la afirmación de que alguien trataba de comprar a tal escala para participar en la votación”. Pero no todos los tenedores de bonos estuvieron en las conversaciones decisivas y la votación no se llevó a cabo.
A los bancos que pidieron al inversionista Fosun, que posiblemente invirtió 450 millones de libras (mdl), otros 200 millones para que Thomas Cook pasara el invierno, se les acusó de asustar a otros acreedores y al mercado en general.
Pero después de ver que no llegaba suficiente efectivo durante el verano para pagar las líneas de crédito existentes, preocuparse por el lento período de invierno era prudente para ellos. La falta de voluntad del gobierno para lograr un rescate de 150 mdl fue aprovechada por opositores políticos. Pero, como demostró el colapso del contratista Carillion el año pasado, hay un precedente peligroso en el rescate de compañías, donde los directivos bien remunerados acumulan de manera precipitada una enorme deuda.
Esto tampoco explica por qué la falta de refinanciamiento tuvo que significar una liquidación inmediata. Los grupos de viajes pueden entrar en administración, como lo hicieron flybmi, Super Break y Laterooms.com este año, mientras se busca una venta. No, el castigo de Thomas Cook es un defecto en el sistema, que empeoró por la mala gestión.
La administración depende totalmente de la capacidad de una empresa de servicios profesionales para financiar un negocio, mientras alinea a los compradores y obtiene un retorno sobre el dinero que gasta. Sin embargo, cuando un negocio alcanza la escala y la complejidad de Thomas Cook —una aerolínea interrelacionada, operador turístico y minorista con una deuda de 1,700 mdl—, KPMG, PwC, EY o quien sea no tendrá los medios para hacerlo funcionar o la motivación para hacerlo pagar.
Los administradores también deben encontrar una compañía manejable, lo que Thomas Cook podría haber sido si hubiera reestructurado y pagado la deuda cuando tuvo la oportunidad. Sin embargo, la dirección decidió no vender la aerolínea a Lufthansa el año pasado, o entrar en un acuerdo voluntario con los propietarios para cerrar las tiendas hace dos o tres años. Como dijo la persona con información dentro de la empresa: “Hubo una serie de oportunidades perdidas”. Ahora solo hay un flujo de pasajeros con vuelos perdidos.
Algunas verdades de Sainsbury’s
“Siiiiií” grita el sitio web de Sainsbury’s Bank, escribe Kate Burgess. Pero, tal vez, el supermercado no le va a decir eso a los solicitantes de créditos hipotecarios por mucho tiempo más. Un nuevo jefe del banco está analizando detenidamente un negocio apenas rentable, y tiene un replanteamiento.
Los analistas de Bernstein calificaron en 40% la probabilidad de que J Sainsbury cierre el banco. La probabilidad de vender su división de créditos hipotecarios es el doble. La cartera de hipotecas de la cadena de supermercados —de alrededor de 1,500 mdl— es pequeña y requiere mucho capital. Tiene la mitad de la participación de mercado de 0.2% de Tesco, que acordó vender sus préstamos a Lloyds. Es sensato. Todo ayuda, pero no cuando las tasas de interés se preparan a ser más bajas durante más tiempo.
La competencia en el mercado hipotecario es salvaje y los supermercados que entraron carecen de economías de escala. Sus costos de financiamiento son más altos y tendrían que gastar miles de millones para competir con bancos establecidos. HSBC, bajo la presión de las reglas de ringfencing, gasta 35,000 mdl para aumentar su participación de mercado por encima de 10%. Eso reducirá aún más las tasas y la rentabilidad. Sainsbury's puede usar el capital de manera más efectiva, por ejemplo, vendiendo seguros para mascotas a los dueños de perros. No hay deshonor en la retirada.