Las expectativas sobre la inflación futura han aumentando de manera constante durante el último año y ahora se encuentran por encima del nivel anterior a la pandemia.
Esto llevó a un animado debate sobre el impacto que una inflación más alta, los rendimientos de los bonos y la reciente venta masiva de algunas de las compañías de alto perfil y rápido crecimiento pueden tener en los mercados financieros.
No es de extrañar que la inflación es más alta en 2021 de lo que fue en los últimos dos o tres años, ya que sigue casi mecánicamente el deseo reprimido de muchas familias de gastar debido a la pandemia de covid-19, lo que lleva a un aumento de la demanda que se topa con una oferta ajustada.
La pregunta clave que los inversionistas tienen que realizar es si esta inflación puede persistir más allá de “la reapertura del comercio”. Creemos que puede pasar.
En nuestra opinión, la principal fuerza para una inflación más alta es el cambio en el entorno de políticas, que tiene el potencial para un uso más activo de los instrumentos fiscales. Se va a necesitar, ya que los responsables de las políticas van a tener que superar las fuerzas deflacionarias que surgirán con la reapertura del comercio.
Es probable que los responsables de las políticas prefieran una inflación más alta para reducir el valor de los niveles de deuda más altos. Esto nos lleva a creer que los inversionistas tendrán un problema con la duración, una medida de cuánto tiempo tarda un inversionistas en recuperar el precio de un activo por sus flujos de efectivo.
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Otra forma de pensar sobre la duración es que representa la sensibilidad del precio de un activo a los cambios en los rendimientos. Pensando de esta manera, puede aplicarse a todas las clases de activos, no solo a los bonos.
A medida que los rendimientos han bajado en los últimos años, la duración de los bonos de alto grado se ha incrementado, es decir, se han vuelto más sensibles a los cambios en los rendimientos, ya que incluso pequeños movimientos en niveles inferiores pueden tener un impacto enorme en el tiempo que tarda un inversionista en recuperar su dinero. Por tanto, los inversionistas en bonos están ahora más expuestos si las tasas de interés suben.
Las carteras simples de activos cruzados, como las que utilizan una asignación de 60 a 40 para bonos y acciones, se han protegido de esto gracias a una correlación negativa en las últimas décadas, cuando las acciones sufrieron, los bonos se recuperaron y viceversa.
Si la inflación aumenta es menos probable que este sea el caso. A niveles moderados de inflación, los bonos se venderán, pero las acciones serán más resistentes mientras aumentan las ganancias. Pero a niveles más altos de inflación, tanto las acciones como los bonos se verán afectados por la perspectiva de aumentos de las tasas de interés.
El enfoque de que cada vez hay más inversiones pasivas a largo plazo en acciones y renta fija es más arriesgado cuando se considera en este entorno político. Si la renta fija ya no cubre el riesgo de renta variable, se necesitará un nuevo modelo de inversión de activos cruzados. Esto plantea interrogantes sobre muchos enfoques populares que las personas utilizan para ahorrar para la jubilación.
Los inversionistas deben adaptarse para tener más activos “reales” y actuar para reducir su riesgo de duración. Los activos reales incluyen activos físicos como infraestructura y bienes raíces, pero los valores accionarios públicos pueden contar como activo real.
Otra área que puede tener demanda son los tokens digitales de activos físicos que se mantienen en blockchain a través de una red. Esta es una tecnología en el lugar correcto en el momento adecuado. Pero el verdadero motor de la adopción será la demanda de activos reales, no la tecnología en sí.
Cualquier periodo prolongado de inflación también respaldará la estrategia de comprar empresas infravaloradas en el mercado o invertir en valor. Por lo general, estos activos tienen rendimientos más altos y, por tanto, una gran parte del valor presente proviene de los flujos de efectivo en el corto plazo. Por lo que son menos sensibles a los cambios en las tasas de interés a largo plazo.
Aún hay muchos vientos en contra para el factor valor, sobre todo la forma en que la tecnología ha destruido las “fosas” que protegen a ciertas industrias de la competencia. Esto lleva a preguntas sobre cómo se mide “el valor”. Pero si persiste una inflación más alta, las estrategias de valor pueden ser parte de la respuesta de los inversionistas a un problema de duración.