El panorama empresarial en México está polarizado. Mientras que por un lado hay grandes empresas, competitivas, productivas y que han traspasado fronteras, por el otro existe un gran número de pequeñas y medianas compañías que están generando empleo local, pero que no cuentan con los incentivos necesarios para crecer y potenciar la economía nacional.
En comparación con otras economías emergentes, el país enfrenta dificultades para generar un círculo virtuoso de crecimiento, lo cual se debe principalmente a la falta de creación y permanencia de pequeñas y medianas empresas (Pymes), asegura Eduardo Cortina, presidente de la Asociación Mexicana de Capital Privado (Amexcap). De acuerdo con el Inegi, en el país hay 4.9 millones de empresas, de las cuales 99.8% son micro, pequeñas y medianas compañías.
Datos de la consultora McKinsey revelan que en México 75 por ciento de las firmas más grandes han sido prácticamente las mismas, debido a las pocas oportunidades de crecimiento de las más chicas. En Latinoamérica este porcentaje se reduce a 45 por ciento y en Brasil, el país más grande de la región, baja hasta 32 por ciento, lo que indica un mercado más dinámico.
Para Eduardo Cortina, la estructura de capital en el sector financiero del país es considerada débil, provocando la insuficiencia de financiamiento para las Pymes y limitando su crecimiento. En los últimos cinco años, sólo 23.7 por ciento de estas compañías obtuvo acceso a financiamiento, a pesar de que generan aproximadamente 70 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), según un estudio realizado por el IPADE Business School y la firma Bring Global.
“Ante este panorama es difícil pensar que las Pymes están listas para competir, pues simplemente las reglas del juego son distintas para ellas a comparación de las grandes compañías”, dice el Presidente de la Amexcap.
“¿Qué incentivo hay para las pymes de formalizarse, pagar impuestos y cumplir con los requisitos que establece la ley si no tienen ni acceso al mercado de capitales del país?”
En este sentido, el reto que se tiene como país es apoyar a esas pymes que están logrado crecer y mantenerse para convertirlas en caso de éxito y, eventualmente, logren llegar hasta el canal bursátil, completar su ciclo de desarrollo y entonces sí competir en la misma cancha que las grandes compañías.
Para eso es importante el destinar recursos, principalmente los domésticos, que fungen como capital ancla para atraer capital extranjero y generar un efecto multiplicador de derrama económica. El capital privado o capital de riesgo, menciona Eduardo Cortina, es un excelente catalizador de derrama económica, ya que cuenta con la capilaridad para llegar a las Pymes, lo que permite invertir en la base de la economía.
Esto significa que por cada peso aportado por fuentes locales (pensiones, aseguradoras, fondos de fondos y personas físicas) al ecosistema emprendedor, se logran levantar hasta tres pesos más de capital extranjero. Si a estos cuatro pesos de capital de riesgo se le agregan una relación 2:1 de deuda a capital, obtenemos hasta ocho pesos más en forma de financiamiento para llegar a un total de 12. Es decir, por cada peso de fuentes locales, se tiene un impacto de 12 por ciento en cuanto a financiamiento a Pymes.
“Esto es como una cadena de valor completa: si las pequeñas compañías no logran a ser medianas, entonces no habrá candidatas para convertirse en empresas bursátiles, así que el reto es poner foco en las firmas medianas y asegurarse que tengan acceso a financiamiento y a mercado de capitales.
Eso, sin duda, es lo que va a permitir la generación de un ambiente más competitivo y, en consecuencia, un círculo virtuoso de creación de nuevas compañías”, agregó el presidente de la Amexcap.