TLCAN, más negociaciones y mejores tratados

Anuario 2018

Un mes antes de terminar 2018, se firmó el acta de nacimiento del sucesor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). México demostró habilidad para negociar y conocimiento de comercio internacional.

"México demostró madurez y experiencia: lleva muchos más tratados de libre comercio negociados y cerrados que EU y Canadá juntos" (Shutterstock).
Ciudad de México /

Me siento tranquilo con el Tratado como quedó”, me dijo Ildefonso Guajardo unos días antes de dejar de ser el secretario de Economía de México. 

Fue él a quien el entonces presidente, Enrique Peña Nieto, le encargó a finales de 2016 encabezar el equipo técnico a cargo de negociar la inminente apertura del TLCAN. 

Lo eligió no solo por la cartera a cargo, sino porque también había estado en Washington a principios de los años 90, cuando se negociaba la primera versión de este acuerdo comercial. 

Su agenda en el sexenio se había enfocado en el comercio internacional: era quien más conocía de tratados y aranceles tras empujar al país dentro del TPP, la Alianza Pacífico y el acuerdo con la Unión Europea. 

Desde agosto de 2017, hasta septiembre de este año, fuimos testigos de uno de los procesos más impensables, complejos y, en ocasiones, contaminados políticamente, de los que tenemos registro desde la real internacionalización de la economía mexicana. 

Empezamos a hablar con naturalidad de “rondas”, “capítulos”, “cuartos de junto” y “equipo de asesores”. 

Los cimientos de este Tratado de 24 años fueron tan sólidos, que soportaron los ataques xenófobos a México del presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump; el desplante de EU a Canadá; la presión de los grandes de la industria automotriz (la más vapuleada del proceso); la embestida de los granjeros del corn belt; la amenaza permanente de un muro y de una política migratoria vinculada a los resultados del tratado; los aranceles unilaterales de EU al acero y al aluminio, y hasta las elecciones presidenciales más polarizadas de las últimas décadas en nuestro país. 

Los 32 capítulos en los que resultó el nuevo TLC, están orientados a conservar un sistema de reglas que mantenga la certidumbre en el comercio y los flujos de inversión entre los tres socios. Y si bien en el ramo automotriz hubo un ajuste al porcentaje de componentes nacionales por socios, esta puede ser una medida de beneficio de corto plazo para EU y Canadá, pero a mediano plazo puede ser un imán de inversiones autopartistas a nuestro país. 

México demostró madurez y experiencia: lleva muchos más tratados de libre comercio negociados y cerrados que EU y Canadá juntos. 

También demostró conocimiento y cohesión, con un equipo técnico de primer nivel y un colectivo empresarial sólido, que tuvo la humildad de abrir carpetas y sumar rápidamente a las negociaciones a los futuros funcionarios de Morena que fueron elegidos en la votación del 1 de julio. 

“Ganamos en muchas áreas, pero no cedimos en aquello que iba en contra de nuestros intereses”, recuerda Guajardo, quien se pasó largas jornadas durante esos 15 meses en un despacho emergente en el Hotel Waterwate de Washington. 

En ese lugar escuchó las mejores ideas de funcionarios y empresarios para aprovechar esta tormenta. 

El final de la renegociación fue tan cardíaco como el de las películas de partidos de béisbol que tanto les agradan a los estadounidenses. Pero se logró. 

Y también, haciendo caso a los 60 días que necesitaba EU para recibir comentarios internos, dio la casualidad que la fecha de la firma se fijó para el 30 de noviembre. 

Era el último día de Guajardo como titular de la Secretaría de Economía. 

También era el último día de Enrique Peña Nieto como presidente de México. 

La firma del T-MEC, como acordaron los socios bautizarlo, estará aún fresca para el 1 de enero de 2019, fecha en la que este hoy bebé hubiera cumplido su cuarto de siglo.


  • Bárbara Anderson

LAS MÁS VISTAS