Por: Alfonso Valiente-Banuet y Tania Sánchez-Ortiz
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Durante la última década, el mezcal —obtenido de la destilación de más de cincuenta especies de agave a nivel nacional— ha pasado de ser una bebida de consumo local asociada a festividades y ritos a ser objeto de culto a nivel mundial. La producción tradicional, ya sea artesanal o ancestral, constituye el sustento de un gran número de familias campesinas e indígenas que tradicionalmente extraen los agaves del campo para su producción. También cortan leña para cocer los agaves jimados y para su uso durante la destilación. Frente a la demanda actual, la tasa de extracción de estas materias primas ha aumentado exponencialmente, al grado que municipios enteros han perdido sus agaves. Si estas prácticas continúan, afectarán a los murciélagos, lo que a su vez reducirá la polinización de agaves y cactus columnares y la formación de sus frutos, perjudicando a las especies que se alimentan de ellos.
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