El verano y la golondrina

Hay desacuerdo sobre el grado de amenaza que los procesos de autocratización representan para la democracia en su conjunto.

El resultado bien podría haber sido otro.
Nexos
Ciudad de México /

Por: José Antonio Aguilar Rivera

Ilustración: Belén García Monroy, cortesía de Nexos

Estados Unidos es la democracia más vieja del mundo. Ello explica por qué el casco resistió el embate populista. Las cortes no fueron capturadas, la oposición partidista logró sobrevivir, ganar la cámara baja en la elección intermedia y lanzar un candidato exitoso a la presidencia cuatro años después. Sin embargo, el daño incluso ahí es mayúsculo. Sólo el 60 % de los ciudadanos confía en las elecciones y el 70 % de los republicanos cree que los comicios fueron irregulares. Donald Trump perdió, pero no por un gran margen. No hubo un castigo contundente de los votantes. El resultado bien podría haber sido otro. La desconfianza que sembró su negativa a reconocer la derrota abre un expediente inédito de erosión democrática y polarización en ese país. Las fuerzas sociales que crearon a Trump permanecen. ¿Qué decir de la fortaleza de democracias más recientes?

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