Por: Andrea Bautista León
Ilustración: Fabricio Vanden Broeck, cortesía de Nexos
En México, una de las fuentes robustas y periódicas de información con las que se cuenta es el Censo de Población y Vivienda, que es levantado cada diez años y que captura el fenómeno migratorio con sus dos instrumentos. En el cuestionario básico, el que se aplica a todas las personas, pregunta sobre el país de nacimiento y, para quienes tienen más de cinco años cumplidos, incluye: “Hace cinco años, ¿en qué estado de la República o país vivía?”. Además, el cuestionario ampliado (que se aplica a una muestra del 10 % del total de hogares) captura información detallada sobre Migración Internacional. En este último se recogen causas de la migración, lugar de origen, lugar de destino, retorno, etc., con referencia al quinquenio previo a la fecha de levantamiento. La inclusión de estas preguntas en el Censo ha permitido identificar en las últimas décadas grandes transformaciones en el patrón migratorio; por ejemplo, en 2010 se pudo calcular un saldo migratorio cercano a cero, situación que reveló el papel no sólo de expulsión, sino de atracción migratoria que México juega y cuya consecuencia ha sido un arribo importante de personas retornadas desde Estados Unidos.