Podríamos pensar en decenas de relatos de la antigüedad para acercarnos a la comprensión de lo heroico, pero acudamos al mito por excelencia del psicoanálisis, el de Edipo. Este heredero al trono abandonado por su padre por miedo a ser objeto de parricidio emprende un camino de autoconocimiento -para decirlo en los términos de la modernidad- que afecta en el sentido más amplio del término a toda una ciudad, Tebas.
Edipo, como todo héroe que libera a la vez condena. Al quitar el yugo de la Esfinge a la ciudad y ser proclamado Rey habrá de condenarse al exilio y al suicidio, a la ciudad la sentencia a una plaga y a sus hijos a morir en una lucha fraterna.
Desde luego que no es mi objetivo hacer el análisis de Edipo que para eso tienen una excelente lectura Freud y sin duda alguna Giorgio Agamben. Lo que pretendo mostrar es que la construcción de la heroicidad tiene implicaciones que muchas veces se ignoran. El héroe de la antigüedad es un puente entre los dioses y los humanos. Su pasión y su temperamento, muchas veces se vuelca contra ellos mismos y los pueblos que dicen defender.
Con el triunfo del cristianismo la ira, furia, cólera, envidia, venganza de los héroes de la antigüedad fueron sustituidos por la bondad, justicia, misericordia. Los héroes ahora sólo tenían un objetivo: el encuentro con Cristo. Pero aun así muchos murieron en desgracia, quizá como recordatorio de su naturaleza humana.
Con la pandemia del covid-19 se llegó a catalogar al personal de salud como héroes por anteponer el cuidado y la salud de los otros sobre ellos mismos. Es decir, al igual que en la antigüedad y en la Edad Media sus acciones tuvieron efectos sobre todo un pueblo. Pero hoy parece que la categoría de heroico se ha debilitado.
Les cuento esto porque hace no mucho vi una bella postal compartida por una persona que se dedica a la psicología en la que pedía no criticar a las personas que van a terapia, porque son unos héroes, su decisión es un acto heroico.
Vale, lo puedo entender desde la perspectiva histórica que estigmatizaba la locura como algo diabólico y ponía a las dolencias del alma más del lado de la locura -y por ende de lo diabólico- que de la condición humana. Incluso puedo aceptar que en la actualidad queden residuos de esa tradición, sobre todo en grupos muy focalizados de la población.
La verdad es que ahora la “atención psicológica” no solo se ha “normalizado” sino que incluso se ha vulgarizado, por eso vemos por todos lados anuncios para consumir terapias psi, disfrazados de frases motivacionales o de consejos para vivir mejor.
Con base en esto no creo que podamos sostener que ir a terapia sea algo heroico. Heroico lo que hizo Rosa Parks al no ceder su asiento en el autobús a un hombre blanco. Su actuar modificó la condición de toda una sociedad, no solo en el momento en el que vivía, sino que modificó todas las relaciones sociales de su ciudad y país. Claro, hizo algo para ella, y estuvo dispuesta a pagar las consecuencias de sus actos.
Muchas personas que “quieren” ir a terapia buscan las opciones más económicas, rápidas y sencillas, es decir no están dispuestas a asumir el costo de esta decisión. Pero suponiendo sin conceder que esto no sea así, que todas y todos paguen las consecuencias de sus actos, decir que ir a terapia es heroico es desproporcionado.
Como no es heroico seguir un tratamiento para bajar los triglicéridos o tener terapia de rehabilitación pulmonar. Simplemente se hace porque se quiere vivir sano, o tener mejor calidad de vida, no porque esa decisión vaya a cambiar el rumbo de una nación.