No más Saulo

  • En Corto
  • Alejandro Maldonado

Estado de México /

Era religioso a más no poder. Soberbio, lleno de confianza en sí mismo. Él no pondría un letrero en la ventana de su casa diciendo: “Aquí no se admite propaganda protestante”, literalmente si te atrevías a hablarle de Jesucristo, te entregaría a las autoridades para ser muerto o él mismo participaría en tu asesinato. Así ocurrió en el caso de Esteban. El joven Saulo resguardó las ropas de quienes le dieron muerte. Los brazos de los homicidas no tuvieron impedimento físico alguno para apedrearlo sin piedad, Hechos 7:58.

A raíz de la muerte de Esteban, los cristianos que vivían en Jerusalén fueron perseguidos ferozmente: “Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel”, Hechos 8:3. Pero no contento con eso, se propuso perseguirlos en otras ciudades: “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este camino, los trajese presos a Jerusalén”, Hechos 9:1.

Quizá has oído lo que ocurrió después: “Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.

El derrumbe de Saulo no solo fue externo, sino sobre todo interno. Tiempo después, siendo no más Saulo sino Pablo, escribió: “Habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús”, 1ª. Timoteo 1:13-14.

¿Me acompañas en esta oración? “Señor. Tú lo sabes todo. Nos conoces por completo. Somos arrogantes, incrédulos, rebeldes, obstinados, injuriadores, blasfemos. No solo hemos aceptado la maldad, sino que hemos participado activamente en ella de muchas maneras y en incontables ocasiones. Necesitamos que, por tu gracia y amor demostrado en la cruz a nuestro favor, nos derribes interna y externamente para postrarnos ante ti reconociéndote como nuestro Dios, Señor y Salvador. ¡Ayúdanos Señor! Amén”.


Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.