La formación de directivos

  • Apuntes pedagógicos
  • Alfonso Torres Hernández

Hidalgo /

La formación de directivos sigue siendo uno de los grandes retos en el modelo de la Nueva Escuela Mexicana. La práctica directiva requiere de transitar hacia formas diferentes gestión que la alejen de los esquemas administrativos verticalistas, autoritarios e individualistas. Esta situación plantea la necesidad de que se estructuren y organicen propuestas de formación que respondan al carácter particular de la función directiva para fortalecer las capacidades y saberes de quienes desarrollan esta tarea. En 2022, la Comisión Nacional de Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) diseñó el Programa de formación de directivos en servicio 2022-2026. Educación básica que puso a disposición de las entidades federativas. En el caso del estado de Hidalgo no se tiene conocimiento de que se haya recuperado. El Programa reconocía que “Los retos de los directivos en educación básica se centran en la articulación de las funciones pedagógicas y administrativas; se trata de lograr que tales funciones se equilibren y se complementen destacando el papel mediador de ambas figuras educativas entre el trabajo en las zonas escolares, las escuelas y las aulas con las políticas educativas y las demandas del sistema educativo”. (Mejoredu, 2022)

Diversos autores han realizado importantes aportes teórico-conceptuales para comprender la complejidad de la función directiva y de cómo es necesario tenerlos presente al momento de pensar en la estructura de programas de formación. Pedro y Puig (1998) en la construcción de reformas educativas enfatizan en que uno de sus tres ejes característicos son los cambios en los modelos de gobierno y administración en tanto que es necesario modificar las formas centralizadas y uniformizadas en las instituciones y se requiere de focalizar las responsabilidades de manera regional, local o escolar. Los otros dos ejes a tener presente son la permanente reconfiguración que tiene la escuela y la evolución en los contenidos formativos de los alumnos y del currículum.

Bolivar (1996) por su parte, centra su atención en los movimientos a partir de los cuales, las instituciones educativas, organizaciones o centros escolares han ido ocupando un lugar central en las políticas de reforma. Su análisis lo hace en el marco de las políticas neoliberales y destaca la importancia de que los movimientos se hayan desarrollado en función de variables e indicadores para medir el funcionamiento eficiente de una institución.

En el contexto actual, tenemos que reconocer que la formación de directivos no puede ser ajena al modelo institucional de escuela y currículum que se promueve. El modelo de formación debe tener un anclaje a la particularidad y singularidad de las condiciones y cotidianidad en que los actores desarrollan su práctica. Es decir, pensar en formaciones situadas. La narrativa político-pedagógica de la NEM se acerca a ello al tener como punto de partida para la acción la lectura de la realidad.

La formación de directivos entonces debe reconocer la realidad de la acción directiva en las escuelas, pensar en proporcionarle a los directivos herramientas teórico-metodológicas claras para comprender y desarrollar la colectividad, la organización escolar, el tratamiento de conflictos, la promoción de la participación, la relación con los otros (alumnos, docentes, madres y padres de familia), el ejercicio de la autoridad, la planeación y evaluación institucional. Además de ello, fortalecer el conocimiento de lo que conlleva la narrativa curricular en cada uno de sus ejes articuladores y campos formativos. Por último, y no menos importante, el conocimiento de los enfoques administrativos y de gestión, de la política educativa y de la normatividad vigente. Todo ello desde el enfoqe humanista y de capacidades que acompaña el modelo de la NEM.

Pensar en la integralidad y particularidad en la formación de directivos es una asignatura pendiente que debe atenderse. Los directivos no tienen un espacio de formación cuando llegan a la responsabilidad de la función, y al no haberlo, recurren a su experiencia vivida y construida, recurren a la comunicación con sus pares y, en el mejor de los casos, recurren a la búsqueda de espacios de actualización o capacitación para resolver sus necesidades formativas inmediatas. Profesionalizar la función directiva tiene su punto de partida en procesos formativos bien estructurados, permanentes y pertinentes al modelo vigente.


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