Crítica a la fiesta del año nuevo de la CDMX

Ciudad de México /

Nuestro país comenzó el año con el pie derecho, con una inolvidable fiesta masiva en la Ciudad de México.

Fuimos parte de las grandes celebraciones mundiales. En las coberturas de los mejores medios de comunicación estuvimos al lado de Nueva York, Río de Janeiro y Dubai. Yo lo vi.

¿Cuál fue la nota? Nuestros mensajes sociales. ¿Por qué? Porque las estrellas de nuestra celebración fueron las mujeres y los hombres del pueblo de México: nuestros amadísimos sonideros, patrimonio cultural inmaterial de la Ciudad de México.

¿Se da cuenta de la relevancia de lo que le estoy diciendo? Fue hermoso. Las cifras oficiales hablan de más de 200 mil personas gozando en Paseo de la Reforma.

Sí, yo sé que aquello pudo haber estado mejor y que se deben perfeccionar muchas cuestiones como toda la parte de tiempos y movimientos, el conteo y los discursos.

Pero hay algo que no debemos olvidar: hasta hace poco, llegaba el 31 de diciembre y aquí no pasaba nada. Nuestras autoridades no nos organizaban nada.

Yo no sé si por miedo, por desprecio o simple y sencillamente por preferir la comodidad de pasar esa noche con sus amigos en lugar de trabajar, pero sí era muy triste.

Ahora tuvimos esto y lo tenemos que apreciar, lo tenemos que atesorar, lo tenemos que presumir.

Si usted no sabe qué son los sonideros, no entiende lo que hace Polymarchs o tiene algún tipo de problema respecto a lo que sucedió esa noche, le recomiendo con mucho amor y con mucho respeto que investigue para que, a la próxima, goce como gozaron tantísimas personas en los cinco continentes.

Fue una noche histórica, una noche preciosa, el principio de algo que será tan grande o más que los desfiles de día de muertos o las marchas del orgullo LGBT.

¿Qué le puedo decir en mi calidad de crítico? Que me hizo falta una transmisión de lo que sucedió ahí, en directo, de principio a fin, como las que Capital 21 hacía de los eventos del Zócalo en la administración pasada.

Y no sólo eso, entendiendo la magnitud de fiesta, me hizo falta la unión de todos los medios públicos como en otras ocasiones.

¿Sabe usted quién lo hizo mejor? N+Foro de Televisa. Ese canal fue el que más cubrió este “show”.

Obviamente como es un medio privado se abusó de las narraciones y se combinó con lo que estaba sucediendo en otros lugares como Santa Fe, Acapulco y Veracruz, pero trabajaron tantas horas y de una manera tan profesional que daba gusto verlos.

Otros canales también cubrieron Paseo de la Reforma, como Milenio Televisión, y otros más tuvieron otra clase de fiestas, como Las Estrellas, Multimedios Televisión, Heraldo Televisión y el mismísimo Capital 21.

¿Cuál de todas estas transmisiones le gustó más? ¿Con cuál de estas producciones fue con la que usted se quedó?

No sea malinchista. El nivel de lo que tuvimos en la Ciudad de México fue glorioso. Si no me cree, compare, por favor, con las increíblemente mediocres campanadas de Radio Televisión de España.

Todavía no puedo creer la porquería que hicieron. ¿Me creería si le dijera que los conductores fueron unos chicos que no prepararon nada, que se la pasaron diciendo puras estupideces y que a uno de ellos le tuvieron que pasar una botella de agua porque se atragantó con las uvas en el momento más importante de la ceremonia?

Sí: lo que hicieron en París fue espectacular. Lo de Inglaterra brilló porque coincidió, además, con los 25 años del London Eye. Y lo de otros países, con esos puentes, con esos rascacielos de más de 100 pisos y con esos fuegos artificiales, no deja de ser muy vistoso.

Pero nosotros ya formamos parte del menú global de año nuevo. Nosotros, con nuestra cultura, con las aportaciones de nuestro pueblo, ya podemos decir que tuvimos una de las fiestas más bonitas y más auténticas del mundo. ¡Felicidades!


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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