Taylor Sheridan es como el Guillermo Arriaga de Estados Unidos, un escritor inmenso, importantísimo, nominado al Oscar y creador de títulos fundamentales como “Yellowstone”.
Yo, no quisiera estar en sus zapatos. ¿Por qué? Porque este señor está enfrentando uno de los más grandes retos de la cultura pop y de la comunicación hoy: contar la historia de un hombre.
¿Cómo se cuenta la historia de un hombre en tiempo de mujeres? ¿Cómo se le hace para triunfar con esto sin ofender a las multitudes, sin terminar haciéndole promoción al patriarcado, a la heteronorma y a todas esas barbaridades?
Es horrible, complicadísimo. ¿Pero qué cree? Taylor Sheridan lo consiguió. ¿Con qué? Con “Landman”, una verdadera obra maestra de serie en “streaming” que se acaba de estrenar en Paramount+.
Antes de decirle cualquier cosa quiero que me jure que no se va a perder esto, que va a entrar a esta plataforma, que va a apagar su celular y que va a ver completo cada uno de los episodios de este prodigio. ¡Júremelo!
Yo estoy acostumbrado a verlo todo y aunque parezca mentira, difícilmente me conmuevo, me conmuevo en serio.
Cuando llegué al minuto diez del primer capítulo, dije: “no puedo creer lo que estoy viendo”. Cuando acabé, cerré con esta frase: “¡Es demasiado bueno para ser cierto!”
Voy a hacer un esfuerzo monumental para hablarle de esto sin venderle trama y sin arruinarle la experiencia. Prepárese.
“Landman” es una serie que cuenta las aventuras de un señor que se dedica a negociar en el infernal universo del gas y del petróleo.
Sí, yo sé que suena muy poco emocionante pero cuando usted se entere de lo que le pasa a esta gente, su sistema nervioso jamás volverá a ser el mismo.
Estas personas lidian con los empresarios, con los gobiernos, con la prensa, con los trabajadores, con la delincuencia organizada y con muchas instancias más mientras resuelven los eventos más monstruosos y menos conocidos en el universo del entretenimiento y, por supuesto, tienen vida personal.
El protagonista de “Landman” es un hombre maduro, divorciado, con una hija y con un hijo en edades universitarias.
Y está curtido por la vida. Y está curtido por el trabajo. Y no hay manera de verlo y de no hacer contacto. Y no hay manera de verlo y de no creerle, de no admirarlo, de no adorarlo.
¡Y cómo no si además de la magnífica creación literaria del maestro Sheridan, el actor que lo está interpretando es el ganador del Oscar Billy Bob Thornton, a quien vimos hace muy poco con Ana de la Reguera en “Ana”!
El trabajo de Billy en “Landman” va más allá de lo exquisito. No, y espérese. Para que entienda, entre sus compañeros están los mejores de los mejores.
Por un lado, tenemos a Demi Moore, recién salida de “La sustancia”. Y, por el otro, a Jon Hamm en su mejor trabajo actoral desde que aprendimos a amarlo en “Mad Men”.
Estamos ante algo grande. Toda la parte del gas y del petróleo está tan bien lograda que nos lleva de sorpresa en sorpresa, de lo genuinamente espectacular a lo todavía más genuinamente espectacular.
Pero la parte humana es mil veces más desgarradora. No sé usted, pero yo todavía no alcanzo a asimilar escenas como la del “latte”, la de la “novatada” y la de “¿Puedes abrazarme?”.
Si yo fuera mujer, no lo pensaría ni tantito para abonarme a esto. “Landman” es un homenaje a lo femenino exactamente desde esa perspectiva que nadie había utilizado.
Y ni hablemos de la parte cinematográfica porque entonces sí no voy a acabar nunca. Este lanzamiento tiene el mejor uso de cámara al hombro, en movimiento permanente, desde “Battlestar Galactica” sin ser una serie espacial.
¿Sabe usted lo que es esto? Un milagro, un regalo de la vida, una obligación.
Luche con todas sus fuerzas por ver “Landman” en Paramount+. Le va a gustar. De veras que sí.