Claudia Sheinbaum acaba de entregar, en Zinacantepec y Tejupilco, las primeras tarjetas Pensión Mujeres Bienestar.
¿Cuál es la nota? ¡Todo! Le explico: en este país, antes, las mujeres eran “El viejerío”, las “Lavadoras de dos patas”. Y no lo digo yo, lo dijo un expresidente.
Y si esto, tan delicado, lo dijo el que alguna vez fue la cabeza del poder ejecutivo, imagínese, por favor, la posición que ocupaban las mujeres en la sociedad.
Que la primera mujer presidenta en la historia de México haga entrega, personalmente, de las primeras tarjetas Pensión Mujeres Bienestar es un momento histórico, es un acto de justicia, algo para subrayar.
El mensaje es muy claro: aquí está la mujer que el pueblo de México eligió corrigiendo todo ese desprecio, todo ese odio.
Mujeres apoyando mujeres. Mujeres gobernando para las mujeres. Mujeres honrando a las mujeres.
Cuando hablamos de las tarjetas Pensión Mujeres Bienestar no sólo hablamos de dinero, hablamos de algo que las mujeres merecían, de empoderamiento, de desarrollo.
Muchas personas me dicen, a través de las redes sociales, que Claudia Sheinbaum está regalando dinero, que está despilfarrando nuestros impuestos, que está haciendo flojas a las mujeres.
No. Primero quiero invitar a toda esa gente a que reflexione sobre sus creencias, sobre sus palabras. Atrás de ellas hay odio, discriminación. ¡Cuidado! Hay que atenderse.
Ahora viene lo bueno: las mujeres, más allá de cualquier empleo, y lo digo con mucho respeto, trabajan de más por el simple hecho de ser mujeres.
Son personas que cuidan, que curan, que reparan, que alimentan, que educan, que limpian, que acompañan.
Eso, no es algo que les corresponda por haber nacido mujeres. Es algo que la sociedad les impuso. Es, objetivamente, otro empleo.
¿Y qué recibían a cambio? No, no me salga con ese cuento del amor, del 10 de mayo y de todos esos inventos comerciales que esconden más represión de la que nos hemos atrevido a reconocer.
No recibían nada. Y ni hablemos de derechos porque entonces sí se pone peor. Las mujeres, a pesar de todo lo que trabajan, de todo lo que trabajan de más, no tenían derecho a nada.
Claudia Sheinbaum acaba de cambiar eso con esta aportación. Las mujeres, como nadie, tienen derecho a este reconocimiento, a su pensión, a su tarjeta Pensión Mujeres Bienestar.
No se confunda. Esto no es un gasto. No es un despilfarro. Es un derecho y lo más hermoso es que empodera.
Una mujer con dinero puede crecer, puede gozar, puede hacer lo que quiera que antes no podía porque a lo mejor usted es una persona privilegiada que se gasta el equivalente a una tarjeta entera en una ida a desayunar con las amigas.
Pero, tristemente, para muchas mexicanas lo de una tarjeta es la diferencia entre seguirse sometiendo y encontrar la libertad, entre seguir soportando maltratos y poderse mover, reaccionar, atender.
Ahora reflexione, por favor, en todo el desarrollo económico, social y cultural que el uso de este derecho va a generar en esas personas y sus comunidades.
Se vea por donde se vea, esto es fundamental y no deja de ser simbólico que la entrega de las primeras tarjetas haya sido en Zinacantepec y en Tejupilco, dos lugares con escandalosas cifras de pobreza moderada y extrema a pesar de todo lo que usted quiera, guste y mande.
No deja de ser simbólico, insisto, que esta entrega haya sido en un estado que ahora es gobernado por Delfina Gómez, por una mujer, por una mujer de la Cuarta Transformación.
Busque, por favor, todos los detalles de esta nota aquí, en Milenio Diario, Milenio Televisión y milenio.com.
Éstas son las cosas que se tienen que comentar. Ésta fue la mejor manera de comenzar el año. ¿O usted qué opina?