Son de esas cosas que dan pena escuchar. Una de dos: o no se dan cuenta de lo que dicen o piensan que el que no se va a dar cuenta es Donald Trump: “Ándele, Sr. Trump, quédese con nuestros indocumentados. Le conviene. Pertenecen a una potencia cultural con pirámides y toda la cosa. Llévelos, llévelos. Son baratos. Puede exigirles muchas horas de trabajo a la semana, más de 60 o hasta 80 si gusta. Se pueden cometer con ellos injusticias y con las mujeres violaciones. Y de que se vayan a quejar ni se preocupe, no hablan inglés y aunque supieran un poquito, no se atreverían, les daría miedo perder lo que usted allá les da y acá nosotros no pudimos”.
“Operación Aurora” es una promesa de campaña de Trump que plantea expulsar a 11 millones de migrantes indocumentados, de los cuales 45 por ciento son mexicanos. La mayor deportación en la historia de Estados Unidos y que Trump planea anunciar recién inicie su gobierno en enero. “No se va a atrever”, dicen muchos con esa ignorancia inocente que nos caracteriza a los mexicanos. Si aquí pensamos que nuestros gobiernos no se atreverían a hacer cosas que afectaran las finanzas y el funcionamiento del país y lo hicieron, ¿por qué no lo harían del otro lado?
“Es el mandato de las urnas”, dicen aquí y dicen también allá. Mantra y manto protector que protege cualquier decisión. Y aunque las urnas no entran en detalle, ni piden que las cosas se hagan de manera cruel o peligrosa para las finanzas o el funcionamiento de la nación, lo quiere el que ganó y con eso basta. Tienen mayoría, igual allá que acá. ¿O a poco usted piensa que van a ir boleta por boleta a preguntar si el que votó está consciente de las consecuencias de lo votado? Trump, además de la presidencia, tendrá las dos cámaras y la Suprema Corte de Justicia, ¿se da cuenta?, igual que acá.
“Envenenan la sangre del país”, “son criminales”, “tienen genes malos”, dijo durante su campaña el ahora presidente electo Donald Trump. A lo que aquí nuestra Presidenta respondió: “…no tienen por qué deportarse a nuestros connacionales que están del otro lado de la frontera, al contrario, benefician incluso a la economía de Estados Unidos”. Los articulistas llegan aún más lejos, dan datos de lo que dejan en beneficio económico los migrantes: en compras de productos gringos, en algún tipo de impuesto. Habrá que subrayar: ¡es la política, estúpido, no la economía! Más allá de que los que promocionan a nuestros ilegales mezclan los números con los migrantes legales para tratar de convencer a Trump. Como referencia, Clinton deportó a 12 millones, Bush a 10, Obama a 5, Biden casi a 4 y Trump en su primer periodo a 1.5. ¿Usted cree que Trump se quiera quedar atrás?
“Ándele, Sr. Trump, nuestros ilegales son a todo dar, trabajadores, vaciladores y pachangueros y viera nada más las remesas que mandan”. El negocio número uno de la nación, lo presumimos como propio porque ellos mismos nos lo mandan ¿qué no?
Qué pena y qué vergüenza andar promocionando a nuestros ilegales. Apología del esclavismo, porque como son ilegales aguantan la ilegalidad. Apología de la servidumbre, porque aguantan lo que los gringos, jamás.
Tanto presumir nuestras remesas y ¿ahora nos las van a quitar?
Llévelo, llévelo, Sr. Trump. Lléveselos ya.