Imposible saber desde dónde hablaba. La pared detrás de ella no daba una sola pista. Blanca, aséptica. El refugio parecía habitado tan solo por su voz y por su sonrisa. María Corina Machado, la líder de la oposición venezolana hablaba con nosotras desde la clandestinidad. Ni un solo sonido incidental perturbaba la conversación, tal vez y solo si uno miraba con atención, se oía el rumor de su sonrisa. María Corina ha luchado desde el 28 de julio en que la oposición venció en las urnas a Nicolás Maduro, para que el triunfo les sea reconocido. Hoy, perseguida por el régimen autoritario del heredero del chavismo, habla con nosotras desde su escondite. Sonríe. Quizá por eso, después de esta semana de plagas y meteoritos, decidí escribir sobre ella. Si lleva 25 años luchando por la democracia —pensé— ¿cuánto podremos aguantar nosotros?
“Venezuela no es Cuba”, cuenta María Corina que se decía de manera tranquilizadora hace 25 años en que llegó Chávez a la presidencia y muchos auguraban un seguro deterioro. La sonrisa de María Corina resulta una ola que llega suave hasta la conversación. “No, no éramos Cuba y nunca lo fuimos. Fuimos Venezuela”. Y es que lo cierto es que antes, Venezuela no era Venezuela. ¿Será algún día nuestro país la comparación imposible para otro? ¿Estados Unidos será referencia deshonrosa? Te puedes perder sin darte cuenta que estás perdido. Para un lado o para el otro, el camino se puede torcer en cualquier paso. Primera lección para no olvidar: un país se puede convertir en su peor pesadilla en el momento menos pensado, aún por decisión de su propio pueblo.
Escucho de manera cotidiana las disculpas del pasado. Eso ya pasó —se dice—, hay que concentrarse en lo que viene. Ya qué más da cómo fue, ahora estamos aquí y hay que ver para adelante. Fue a la mala, manoseado y desaseado pero ya es ley y ni modo, es la ley.
El olvido en este momento de la historia es el suicidio. Así como nos parece sorprendente que los americanos olviden la toma del Capitolio en Estados Unidos, en México nadie debería olvidar que el 45 por ciento de la gente no votó para que los representara Morena. No olvidar nada. Repetir y repetir. Segunda lección para recordar siempre: Seas quien seas, haz política. Habla de política. Acostúmbrate. Recuerda y recuérdale a todos por qué se llegó a dónde llegamos, por qué se hace lo que se hace, por qué les creen a los que les creen. El recuerdo no sirve de nada si no es compartido. Recuerdo a María Corina repitiendo con sonrisa y en fondo blanco: llevo 25 años.
“Se necesita la verdad”, esa es quizá la frase que más me gusta de lo que dijo María Corina esa tarde. Todos sabemos que la verdad es inobjetable, universal, liberadora; pero cuando lo dijo, entendí que en política la verdad es algo más. La verdad es necesaria. Ni Dinamarca ni la megafarmacia ni el cuento del AIFA ni el mandato de las urnas ni el sereno. La verdad es indispensable.
Finalmente, abandonando por un instante su sonrisa María Corina cerró: “la peor arma que ellos tienen es la desmoralización”, hizo una pausa larga, muy larga, quizá de 25 años y retomó la sonrisa, pero nosotros no dejamos que nos pegue, desmontamos su narrativa.
Todo esto solo para decir que no creo que México sea Venezuela, pero sí que México no puede dejar de ser México.