Que ya se vaya

Ciudad de México /

Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya.

Todas las casas murmullan por las noches. En algunas tiene que ver con las tuberías viejas o el agua que deja de pasar a cierta hora; en otras, con el piso que cruje porque se enfría ya sin nadie que lo caliente con sus pasos. Y, en algunas más, por el bisbiseo del viento colándose por una ventana que uno termina por entender que jamás va a ajustar. Poco a poco uno se acostumbra a esos murmullos y los entiende. Es el idioma de la casa. Así también los países: crujen y rechinan o, como pasa con el nuestro, mantiene un runrún muy discreto, un constante cuchicheo.

Ya que se vaya.Ya que se vaya.Ya que se vaya.Ya que se vaya.Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya.

El murmullo viene de todos lados, no solo de los que se han manifestado en contra, también de los que están a favor. Y son justamente esos los sonidos más tristes y fatigosos. Tantos años de defender al gobierno, a veces sin siquiera tener un argumento pero, inventando alguno, cambiando el tema, rebotando la culpa hacia otro lado, todo, para lograr que el proyecto no se lastimara ni con el desliz de una frase que ellos cedieran. Lo lograron. Y, sin embargo, ahora que llega el momento de disfrutar el triunfo, el Presidente decide hacer un revoltijo en la victoria para que se destaquen sus iniciales y su firma.

Difícil labor la de los cronistas del triunfo y la transición. Mantener el entusiasmo, tratando de ocultar lo que ellos mismos reflejan como una  pesadilla. Tan bien que íbamos. Ahora no queda otra que esforzarsepara tratar de que nada de esto afecte a la nueva Presidenta. ¿Cuánto falta?

Ya que se vaya. ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya.

Sería tan fácil detenerlo. Imagino a la nueva Presidenta tomando la palabra y su primera decisión. Detengo por el momento el proceso de la reforma judicial. Quiero hablar con nuestros profesionales del Poder Judicial, con los empresarios y con nuestros socios comerciales. No me importa la fecha que se haya comprometido para esta reforma. Tomaré el tiempo que sea necesario. La vamos a hacer, pero la vamos a hacer bien. Sería un golpe de autoridad, de legitimidad y no perdería nada, la mayoría absoluta la seguiría teniendo. Es solo un poco de cordura.

¿Se podrá?

Ya que se vaya. ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya.

De paso serviría para ponerles un “estate quieto” al  líder legislativo y su servil promesa de que el primer día de la nueva Legislatura él hará que se apruebe todo y, el lambiscón comentario de nuestro futuro secretario de Educación de que le quieren dar “de regalo” a su jefe el Presidente,l as reformas. ¿Cueste lo que cueste el regalito? Eso pasa por proponer un gabinete con remiendos y compromisos.

Ya que se vaya. ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya. Ya que se vaya.

No se asuste, es solo hartazgo, simple cansancio. Véalo como en el beisbol que tanto nos gusta. Un buen palazo hace que la pelota salga disparada y el que lo mira diga: se va, se va, se va, se va, se va. Se voló la barda, todos lo sabemos. Ahora que se vaya y ya veremos en donde acaba la bola: en las manos de un fan o estrellada en un parabrisas. 


  • Ana María Olabuenaga
  • Maestra en Comunicación con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana y cuenta con estudios en Letras e Historia Política de México por el ITAM. Autora del libro “Linchamientos Digitales”. Actualmente cursa el Doctorado en la Universidad Iberoamericana con un seguimiento a su investigación de Maestría. / Escribe todos los lunes su columna Bala de terciopelo
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