La noticia de que la película El reino de Dios de Claudia Sainte – Luce llegó a la cartelera de Guadalajara me llenó de alegría. El filme que se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Berlín en febrero del 2022 y ganó el premio Mezcal para Mejor película de ficción mexicana en el FICG 37, merecía ampliamente encontrarse con el público jalisciense. Su directora, la veracruzana Claudia Sainte-Luce, vivió varios años en nuestra ciudad donde estudió cine y se dio a conocer por su opera prima Los insólitos peces gato (2013) que se había estrenado en el festival internacional de cine de Locarno, Suiza. También sus posteriores filmes La caja vacía (2016), El camino del Sol (2021) y el cortometraje La isla de sacrificios (2021) tuvieron buena acogida. En el FICG 38 en junio de 2023 se estrenó su película Amor y matemáticas (2022).
El reino de Diós adopta la perspectiva del niño Neimar de ocho años (Diego Armando Lares Lagunes) que observa su entorno familiar y pueblerino con ojos curiosos que expresan tanto su admiración como también sus dudas y críticas. Las costumbres familiares, los consejos de su abuela creyente, la preparación para su primera comunión y las carreras de caballos como ritual de masculinidad, marcan su niñez y crecimiento. En espera de un encuentro con Dios, como se lo prometió su abuela, el niño conoce el dolor de la muerte y el duelo como crisis y proceso de sanación y crecimiento.
La perspectiva infantil y la manera sutil con la que el filme nos involucra con el crecimiento y la transformación del niño, respira una total autenticidad e identificación con una etapa importante en el desarrollo de una vida. Su identificación con el caballo cuya muerte lo hace sufrir, el distanciamiento de la fe y los rituales católicos remiten al espectador a experiencias propias que marcaron la transformación de niño a adolescente y adulto. Al observar y sentir dolor, el niño aprende a observar su entorno y los rituales familiares y sociales con ojos críticos.
Por lo que se vuelve sumamente emocionante seguir la carrera de Claudia Sainte-Luce es por la sorpresa de encontrar en cada filme una nueva manera de “levantar” y desarrollar una producción, narrar la historia desde una nueva perspectiva y a través de una estética que parece emerger del ambiente y tema de cada uno de sus filmes. Es obvio que la directora no busca tejer su obra alrededor de un sólo tema, ni pretende seguir una receta narrativa y estética convencional para expresarse y conectar con el público. Al contrario, en obras como El reina de Dios se arriesga a un modo de creación libre que han adaptado directores ampliamente experimentados como Jean-Luc Godard y Alain Tanner: Realizar una película sin un guión escrito que se sigue al pie de la letra sino basándose en una idea propia y una escaleta que se desarrolla en concordancia con el ambiente, los actores – a menudo no profesionales – y el cinefotógrafo. Así El reino de Dios que se realizó en tan sólo 12 días, en una región de Veracruz que la directora conoce bien y con su sobrino como protagonista, familiares y conocidos como personajes secundarios, se convierte para el espectador en una experiencia de gran autenticidad y valor, narrativo, estético y documental.