Mientras el presidente de Estados Unidos (Nick Offerman) ensaya en la Casa Blanca un discurso que anuncia la victoria del régimen, en las calles de Nueva York los ciudadanos se enfrentan a la policía exigiendo agua. En medio del zafarrancho explota una bomba y la periodista Lee (Kirsten Dunst) se acerca corriendo para tomar fotos de los cuerpos esparcidos en el piso. Al observar cómo un policía tumba con un golpe de tolete a una joven con cámara (Cailee Spaeny), Lee la pone a salvo y le regala su chaleco amarillo con las siglas de la prensa. De ahí en adelante el filme Guerra Civil (Civil War) de Alex Garland adopta la perspectiva de cuatro periodistas para crear la distopía de un país en guerra , que, más que acercarse se aleja definitivamente de la victoria que el presidente anuncia al inicio del filme.
Estrenar en 2024, año de elecciones, un filme que muestra a Estados Unidos de Norteamérica como país no sólo polarizado sino enfrascado en una guerra civil, despertó una enardecida polémica desde que el tráiler se subió a las redes. La avalancha de voces críticas acentuaban el hecho de que el filme fuera escrito y dirigido por un realizador inglés y que tanto el contexto como la historia mostraban una reprochable falta de conocimiento. Ya que según la distopía imaginada por Garland, el gobierno central estaría siendo atacado por un separatista Frente Occidental, integrado por California y Texas en alianza con Florida, las críticas reprochaban la falta realismo por juntar un estado con tradición demócrata como California con Texas que es profundamente republicano. (Sorprende que la exigencia de realismo en el cine de ficción se de en un país cuya industria cinematográfica inunda al mundo con superhéroes nada realistas que lo salvan).
Es obvio que el realizador perseguía con Guerra Civil una idea muy distinta. Lejos de hacer un filme de guerra que sirviera de entretenimiento, lucimiento del poder de las armas y magnificando el heroísmo, Garland creó un relato que obliga a la reflexión. El hecho de seguir las etapas de un road movie le permite mostrar distintas situaciones de peligro y observar cómo los personajes reaccionan y las superan. Al seguir a personajes periodistas que emprenden un viaje por un territorio en guerra para entrevistar al presidente antes de que los insurgentes le arrebaten el poder, provoca, además, que el espectador reconozca las distintas maneras de reaccionar frente a las violencias: la violencia que el estado ejerce sobre los ciudadanos y la violencia que se empodera de las calles, carreteras y pueblos a través de la ley del más fuerte. La primera secuencia del filme es más que elocuente ya que el discurso que el presidente ensayó frente al espejo y que vemos trasmitido por televisión, empieza con; “Estamos más cerca que nunca de la victoria, Hoy puedo anunciar que las fuerzas occidentales sufrieron una gran derrota. Los ciudadanos de Texas y California tienen que saber que estarán bienvenidos de regreso a Estados Unidos en cuanto hayan derrotado a sus gobiernos separatistas”. Lo que vemos en el transcurso del filme lo desmiente: Las etapas del viaje de los periodistas muestran carreteras intransitables por coches y trailers abandonados, gasolineras sin gasolina vigilada por hombres armados que colgaron en el patio trasero a sujetos que acusan de robo y un grupo de racistas que entierran cadáveres de migrantes extranjeros y matan al que no tiene aspecto WASP.
Mientras que el viaje muestra el desmoronamiento de una sociedad y un país, el grupo de periodistas revela las distintas maneras de reaccionar frente a la violencia. La experimentada fotoperiodista Lee defiende la objetividad: Hay que arriesgarse y documentar el hecho sin intervenir. Joel de la agencia Reuters (Wagner Moura) busca grabar las últimas palabras del presidente que serán citadas por todos los medios, Sammy del New York Times (Stephen McKinley) mide el riesgo pero confiesa su adicción a los escenarios de guerra y la joven fotógrafa Jessie (Cailee Spaeny) vence el miedo y desarrolla la ambición por tomar la foto más impactante y vendible. La competencia de los periodistas de “ganar” una entrevista, tomar la mejor foto de un hecho, una víctima o un opresor, es, sin duda uno de los temas del filme. Otro tema me parece ser la advertencia frente al riesgo que corren nuestras democracias y la facilidad con la que una sociedad se acostumbra a la violencia y cae en la barbarie.