Imposible no escribir acerca de The Substance (La sustancia) cuyo guión ganó en el Festival Internacional de Cannes 2024, se volvió enormemente taquillera en Europa y también está llamando la atención del público en México. La coproducción entre Francia y Gran Bretaña, escrita y dirigida por la francesa Coralie Fargeat, sorprende por su tema, estilo y el horror visceral con el que formula una sátira mordaz acerca de la cosificación del cuerpo femenino por medio de la industria del espectáculo. La actriz estadounidense Demi Moore no sólo interpreta el papel protagónico. Por su carrera e importancia en el cine hollywoodense de los noventa, es el motor central del filme que narra al estilo del cine fantástico del horror la descomposición de una diva del cine y la televisión.
La película empieza con dos secuencias que muestran a la perfección de lo que es capaz de expresar el lenguaje del cine: Con una mano con guante negro que inyecta una sustancia en la yema de un huevo que se parte en dos, la primera imagen sintetiza una historia acerca de la personalidad dividida. Mientras que la segunda secuencia muestra con un plano cenital cómo la estrella dorada con el nombre Elisabeth Sparkle sufre el paso del tiempo. La secuencia también sirve de flash back ya que de la admiración de los paseantes, la estrella dorada pasa a ser ninguneada, pisoteada y mancillada. A Elisabeth Sparkle (Demi Moore) la conocemos como instructora de una clase de aerobic para televisión. Es una mujer atractiva, súper entrenada y llena de fuerza vital que trasmite a las chicas del show de aerobic y seguramente también a los televidentes. A la salida todos la felicitan por su cumpleaños cincuenta, menos el desagradable productor del show de nombre - nada fortuito - Harvey (Dennis Quaid) que la quita del programa por su edad y busca una sustituta joven, sexy y dispuesta a exhibir su torneado y musculoso cuerpo en close up frente a la cámara.
La manera de resolver el conflicto y desarrollo de la protagonista despedida y humillada por su edad, es una sustancia ilegal que provoca una especie de división celular que produce una versión joven del cuerpo al que es inyectada. Mediante la pócima Elisabeth “da luz” a su otro yo, una joven que toma el nombre de Sue (Margaret Qualley) y convence a los productores de contratarla para rejuvenecer la clase-show cada vez más erotizada. La sustancia que necesita ser administrada cada siete días, provoca un intercambio entre Sue y Elisabeth que causa conflicto y competencia y se convierte finalmente en una brutal lucha entre las dos. Como perdedora cuyo cuerpo sufre una descomposición galopante, Elisabeth trata de interrumpir el proceso que causó la sustancia pero ésta ya no se deja frenar.
El tema es interesante ya que reúne el miedo a envejecer con el hecho de que en nuestras sociedades, y, especialmente en la industria del entretenimiento, el cuerpo femenino joven es cosificado con el fin de “vender”. La crítica que formula el filme es clara y como espectadores estamos de acuerdo. Tampoco molesta que la directora haya decidido tratar el tema a través de un filme de horror que llega al gore. Coralie Fargeat domina el lenguaje del cine y ha mostrado con su opera prima Revenge que le apuesta al cine de fuerte impacto. Lo que sí puede molestar es que con la forma el filme parece traicionar su propuesta crítica. Al ofrecer un espectáculo visual de cortes rápidos y close up a cuerpos desnudos, glúteos musculosos en movimiento, rostros y música inexpresivos, capta la atención del espectador a través de una estrategia estética que borra la distancia crítica. La falta de matices y profundidad no es exclusiva para los personajes femeninos, también los masculinos son retratados con la brocha gorda y creo que esto nos dificulta reconocer la importancia de la actriz Demi Moore en el papel de Elisabeth. Como actriz ídolo de los años noventa, Demi Moore quedó en el recuerdo del público como actriz atrevida que destacó con sus interpretaciones en Una propuesta indecorosa (Indecent Proposal 1993), Acoso sexual (Disclosure 1994), Striptease (1996) y Hasta el límite (G.I Jane 1997). Reencontrarnos con ella en The Substance despierta admiración. Por la calidad de su interpretación y no por “lo joven que luce a su edad” o su “atrevimiento de representar el horror de ser mujer”, como he leído en algunas reseñas.