“Un hombre diferente”: Luchas de identidad

  • La pantalla del siglo
  • Annemarie Meier

Jalisco /

Hace unos días se publicó la lista de películas nominadas a los Globos de Oro con las que los miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood distinguen a lo mejor del cine y la televisión. Las secciones para cine que, en lo general, son parecidos a las del premio Óscar, dividen las distinciones para películas de ficción y actores en Drama y Comedia o Musical. En este año la más nominada es Emilia Pérez del director francés Jacques Audiard, que llegará a la cartelera mexicana en enero. Entre las nominadas que ya se encuentran en salas de Guadalajara, están “La sustancia” (“The Substance)” de la francesa Coralie Fargeat y Un hombre diferente (A Different Man) del estadounidense Aaron Schimberg.

“Un hombre diferente” empieza con una secuencia en un set de grabación. Frente a la cámara y debajo de un micrófono, un hombre grita y se retuerce de dolor. El director se acerca al actor para decirle que su actuación fue demasiado intensa, que represente el dolor con más retención, como si estuviera mareado. Obvio que nos preguntamos a qué se refiere ya que el personaje, cuyo rostro está totalmente desfigurado por tumores, seguramente lleva una vida macada por el dolor y el sufrimiento. Y sí, Edward (interpretado por el rumano Sebastian Stan) muestra su frustración y soledad cuando llega a su departamento –una pocilga– en un edificio descuidado. No, Edward no es ningún actor conocido y lo que vimos al inicio fue la grabación de un promocional para una campaña en pro de la inclusión de personas con deficiencias físicas. Una gotera en el techo de la sala de Edward y una nueva vecina (la noruega Renate Riesve) que lo trata con amabilidad, son elementos que provocan cambios en la vida de Edward. Pero falta el elemento más importante que lo cambia todo: Una cura experimental para la neurofibromatosis de la que padece desde que es adulto y que provoca muestras de susto, miedo y rechazo en los demás.

Interesante que el guionista y director Aaron Schimberg haya decidido narrar la historia de Edward en dos partes, ya que después de la descripción de la vida del personaje desfigurado, aborda al hombre curado con el rostro atractivo y una vida profesional exitosa. Curado y de apariencia “normal”, Edward no es feliz y cuando descubre que su vecina, de la que se había enamorado, convirtió su destino en una obra de teatro, se presenta a la audición y obtiene el papel para representar a su yo anterior (con máscara). Las cosas se complican con un tercer jugador en la competencia de identidades: Oswald, un hombre con tumores en el rostro, que, según la dramaturga, le aporta realismo al papel (el actor Adam Pearson tiene en realidad esta discapacidad).

El doble, las dudas de identidad y la tendencia al suicidio, son temas recurrentes en leyendas populares, literatura, teatro y cine. Schimberg los aborda como drama y tragedia de un hombre y como conflicto interesante para una dramaturga y el público de teatro. La estética del cine de los años setenta de “Un hombre diferente” emite a “El hombre elefante” de David Lynch (1980), el doble, los espejos, la sangre y las crudeza corporal caracterizan también a “La sustancia” de CoralieFargeat (2024), nominada a varios Globos de Oro.


Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.