La clave de este nuevo libro del gran especialista en teoría de la literatura y literatura comparada, catedrático de la Universidad de Málaga, Enrique Baena Peña, Los poetas y el espíritu del tiempo. Aspectos críticos del devenir creativo. estriba en analizar el espíritu del tiempo, como fundamentación de la sensibilidad en la poética histórica hasta alcanzar la más moderna y contemporánea. Este es -como explica el propio autor en las primeras líneas del volumen- el leitmotiv, donde ha tomado a los diferentes movimientos y autores como las concreciones que contienen esas páginas. Hegel, Goethe, Nietzsche y la magia del tiempo que encierra Antonio Machado es el arranque de este ensayo científico en el que el autor parte de Virgilio, se refiere a Cervantes, Molière, Shakespeare, Quevedo y se desliza en su profunda reflexión que parte desde el Clasicismo y Romanticismo en la Poética moderna, un tiempo del siglo XVII que estimuló el dominio de lo estético en la creación literaria.
En el tiempo de Quevedo se refiere a Borges y a Valente y profundiza también en la mirada de Borges y Octavio Paz, que están declarando, en efecto, otro movimiento simbólico en Quevedo cuyo legado fue recibido en la segunda mitad del XX: su creación literaria como un ámbito autónomo, -explica Baena- está consagrado a la literatura en sí misma y por sí misma. Es decir, si bien el espacio literario nacional –y Quevedo fue parte muy significativa– se construye en estrecho vínculo con el espacio político de la nación que, a cambio, contribuye a edificar; en Quevedo –y es lo que interesa ahora– sus propios recursos literarios le dan el medio de elaborar una historia específica y una lógica propia irreductible a la política, diríamos, contra sus intereses estrictamente político-nacionalistas.
La caras quevedianas por las que aboga Baena se encuentran vivas -como él subraya- en los poetas de posguerra: la primera en Celaya o Blas de Otero, la segunda en Valente, heredero más visible de la modernidad y poética quevediana. Se refiere también al internacionalismo que se descubre en Valente en su mirada a Quevedo que hace comprender al lector, entre otras cosas, cómo la soberanía de Quevedo sobre el lenguaje fue absolutamente excepcional en su época y que su idioma e invención literaria quedaron a medio apreciar.
Otro aspecto importante de este estudio de Enrique Baena es lo que él llama estela secular de Goethe: Antonio Machado. Hace aquí hincapié en la construcción del yo que Machado proyecta y que se debe contemplar la realización de los textos machadianos a partir de ese momento, en el nuevo espacio que constituye Baeza en su vida, entre 1912 y 1919. Y no sólo por el sentido del autorretrato (el Hafis de Goethe), sino por el sentimiento también de senectud, aunque no fuera, y de soledad, que le sobrecoge, en paralelo a Goethe, entendiendo que el final de una estética en su obra, el Modernismo, coincide con sus nuevas inquietudes más allá de la lírica y con los desdoblamientos reflexivos del poeta en el poema “Retrato”, señala Baena.