En el universo de nuestra imaginación, le atribuimos a la biodiversidad diferentes simbolismos, así como beneficios o perjuicios, que pueden incidir en quienes los utilicen o posean.
Darle atributos a lo que percibimos es una cosa, pero darlo a quienes no vemos y solo creemos que existen, por los dichos y supuestas observaciones de algunas personas o comunidades, es otra cosa, y tema de la Criptozoología, palabra que deriva del griego Kryptós “oculto”, zoon “animal” y logos “estudio” esta área sin considerarse una ciencia, se dedica al estudio de los animales ocultos.
¿Cuántos animales creemos que existen en algún recóndito lugar del planeta por evidencias poco científicas o que están sustentadas en las tradiciones y culturas de las comunidades humanas?
Podríamos enumerar algunos muy populares como el Chupacabras asociado a la muerte del ganado, el Yeti habitante de las nieves eternas, el monstruo del Lago Ness, un supuesto plesiosaurio que vive en Escocia y que se le conoce como Nessie, siendo un detonador turístico de la zona.
Para investigar estos temas y reunir evidencias de la probable existencia de seres vivos excepcionales se fundó la Criptozoología, pseudociencia que tuvo su origen en la mente inquieta, erudita y científica de un zoólogo profesional, Bernard Heuvelmans (1916-2001), doctorado por la Universidad de Bélgica, quien se interesaba por los “animales ocultos”, como él los llamaba y en este afán reúne muchas evidencias y publica un libro titulado “Sobre la pista de los animales desconocidos” en el año de 1955; este texto fue muy bien recibido despertando la curiosidad y el gusto por el tema de tal suerte que se llegaron a vender un millón de copias y se tradujo a varios idiomas.
La fascinación por lo desconocido y las supuestas evidencias que soportan estos fenómenos han sido motivo de investigación y expediciones para realizar estudios de campo. Actualmente, hay diversas sociedades dedicadas a la Criptozoología, aunque ante la carencia de pruebas fehacientes que sustenten los temas de investigación no se le puede considerar una ciencia.
Sin embargo, los reportes y publicaciones siguen dando vuelo a la imaginación como la Guía de Criptozoologia “Misteriosas Creaturas” de Eberhart publicada en 2002, en donde se reportan 1028 animales ocultos.
Mientras la ciencia aparece, la curiosidad y el gusto por este mundo oculto se sigue manteniendo.