No deja de llamar mi atención cómo los ritos, rituales y fiestas conmemorativas de las repúblicas modernas están impregnadas aun por la herencia de lo religioso. En nuestro caso, son un legado del pasado colonial bajo un nuevo resplandor secular que da identidad al patriotismo liberal. Los santos son sustituidos por los padres y héroes de la patria.
Eso me llamó la atención del sexto y último informe del presidente Andrés Manuel López Obrador, que en su introducción invocó a los héroes patrios con los que se identifica: Morelos, Hidalgo, Los hermanos Flores Magón, Madero, Zapata, Villa, Lázaro Cárdenas. Héroes mitificados por el presidente que dieron cause a la nación y son motivo profundo de su inspiración.
Hay muchos trabajos etnográficos que descodifican los ritos que vienen desde tradiciones ancestrales pre católicas. Como el rito a la tierra y la fecundidad de las lluvias para la siembra y cosecha del maíz. Los antropólogos expresan que lo sagrado permitió que el paganismo desarrollara mitos, ritos y hasta símbolos que más tarde adoptaría las Iglesias. El ritual es una práctica social codificada, su repetición fortalece la identidad de una comunidad y otorga unidad en las aspiraciones colectivas.
Estos ritos republicanos tienen carácter semi sagrado y simbólico, destinado a incitar el compromiso emocional de los participantes al servicio de una misma causa. La celebración de los ritos puede consistir en fiestas y ceremonias, de carácter más o menos solemne, según pautas que establece la tradición. Dichos rituales no son solo religiosos sino también los usados en las cortes, funerales, militares, colegios o en organizaciones como los masones o sectas seculares.
El presidente determinó en su discurso las fronteras del mal y del bien. El mal es el modelo neoliberal; la corrupción, los políticos e intelectuales disfrazados de demócratas, los saqueadores, los mercenarios de la información. Lo bueno: el pueblo. El pueblo pobre que está despertando sacudiendo a las élites de poder tradicional. El presidente hizo una alocución del fin e inicio de ciclos. De la muerte –“toco madera”- y de la asunción de una heredera como su fuera su descendiente de sangre política. Varias exaltaciones a su sucesora Claudia Sheinbaum como continuidad y validación de su movimiento. El ritual, como la celebración religiosa, la masa participa activamente. Aplausos, respuestas a coro, levantando la mano y expresiones colectivas que manifestaban la comunión con su líder celebrante, como lo vimos este domingo.