El “aspiracionismo” y 2024

Ciudad de México /
Hidalguenses hacen fila para emitir su voto. EFE

¿De qué tamaño será el aspiracionismo dentro del electorado mexicano? Importa preguntárnoslo, pues será uno de los elementos que influyan en los resultados electorales de 2024.

Tras las elecciones intermedias de 2021, el Presidente blandió el mote de “aspiracionista” contra aquellos integrantes de las clases medias que, bajo el influjo del neoliberalismo, tienen una “concepción muy individualista, muy egoísta, muy enfocada u orientada a progresar en lo material” y lo que quieren es “ser como los de arriba y encaramarse lo más que se pueda, sin escrúpulos morales de ninguna índole”. Ante aquella andanada, las personas que se sintieron interpeladas por la etiqueta reaccionaron señalando que ser aspiracionista era bueno y legítimo, pues simplemente indicaba deseos de superación personal.

Entre las muchas cosas que definirán los resultados de la contienda electoral de 2024, la tasa de participación electoral que se registre, así como el porcentaje de votantes “aspiracionistas” resultarán muy importantes. Lo anterior, por dos razones principales.

Primero, porque el número total de ciudadanos y ciudadanas mexicanos que se han abstenido de votar en las elecciones federales recientes, mismo que es de alrededor de 40 por ciento de la lista nominal de electores, supera al número total de votos recibidos por cualquiera de los partidos políticos y alianzas ganadoras como porcentaje de dicha lista en las elecciones federales recientes —sean presidenciales o congresionales.

Lo que ello implica, es que una de las variables que más podría incidir en generar resultados distintos a los esperables con base en resultados electorales recientes, así como en sondeos de opinión es, justamente, la de la tasa de participación en las elecciones del próximo año. En concreto, considerando que el electorado que se abstiene tiende a ser joven, y contar con más ingreso y más escolaridad que el votante promedio, y ese perfil de votantes ha sido el más denostado y que ha experimentado más costos durante el gobierno de López Obrador, es probable que un aumento de su participación en 2024 pudiera beneficiar a la alianza opositora. Si, en cambio, no aumenta la participación electoral y se mantiene en torno a 60 por ciento, ello incrementaría las posibilidades de que Morena y su alianza electoral resultara triunfadora, al menos por mayoría relativa.

Segundo, el asunto del tamaño del electorado que se sienta interpelado por el mote “aspiracionista” utilizado por AMLO también importa y mucho, puesto que las personas que buscan y se esfuerzan por tener una vida mejor muy probablemente se ubican dentro de las clases medias (reales o aspiracionales), mismas que han sido las menos favorecidas por el actual gobierno, tanto en términos materiales como simbólicos. Ello sugiere una importante posibilidad de que este tipo de votantes, en caso de participar, lo hagan por opciones distintas a Morena y sus aliados. Los aspiracionistas que se decantasen en este sentido podrían ser de dos tipos: votantes que antes —digamos en 2018— hayan votado por Morena y sus aliados, pero que en 2024 cambien su voto a favor de la oposición, o bien, electores que en lugar de abstenerse salieran a votar. En ambos casos, ello representaría un costo para López Obrador y su intención declarada de que Morena y sus aliados obtengan amplias mayorías tanto en las elecciones presidenciales como en las del Congreso federal.

Para el presidente López Obrador, su partido y el cúmulo de emociones intensas que ha logrado movilizar a su favor, el actual nivel de abstencionismo resulta conveniente, pues dentro del pastel existente son más los que prefieren a AMLO y los partidos que lo respaldan. Para la oposición, en cambio, la distribución de preferencias, dado el tamaño actual del pastel, resulta desfavorable. En virtud de esto último, para la oposición “sacar el voto” podría verse como la estrategia ganadora.

Pero las cosas raramente son tan lineales en el mundo de la política como nos gustaría pensar. Pudiera ser, por ejemplo, que la oposición estuviese suponiendo que la desafección entre sectores medios que votaron por AMLO en 2018 frente a su gobierno es suficiente en número como para asegurar la votación necesaria para ser una oposición efectiva frente a Morena. Sin embargo, ello bien pudiera no ser así. Básicamente, por lo poco que, hasta el momento, ha conseguido la alianza opositora, por el hecho de que el voto en contra de AMLO se dividirá entre dicha alianza y el candidato de MC, y porque, contra reiterados pronósticos de sus opositores, la economía va por buen camino y los niveles de aprobación del Presidente siguen siendo muy altos.

Habrá que esperar y ver qué tan grande es el voto de los grupos aspiracionistas y qué tanto salen a votar en junio del año entrante para saber qué tanto, en efecto, amenazan o no la continuidad de la 4T.

  • Blanca Heredia
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