Regla 1: “Ataca, ataca, ataca”
Regla 2: “Niegalo todo”
Regla 3: “Nunca aceptes una derrota”
Roy Cohn
Nadie se “hace solo” en la vida, mucho menos en la política. Todos somos producto de nuestro entorno, familia, mentores y lealtades. Desconfiemos de aquellos que afirman no deberle nada a nadie, como Donald Trump. La traición asoma; es regla histórica.
A Trump lo formó Roy Cohn, un personaje controvertido y abogado sin escrúpulos, experto en los sótanos de la política neoyorquina en los 70s. Cohn sacó a Trump de un cajón inmobiliario y le enseñó el mantra que desde entonces guía sus acciones: “Ataca, niega, miente”. Trump, por supuesto, atacó, negó y traicionó a Cohn una vez encumbrado. Se hizo solo y no le debe nada a nadie, insiste (recomiendo ver la película biográfica The Apprentice (2024), basada en el guion del periodista Gabriel Sherman).
Atacar, negar y mentir sistemáticamente es, en una nuez, la ideología del magnate y próximo presidente del país más poderoso del mundo. No hay más. Para negociar con Trump, algo para lo cual todos los países deben prepararse fast track, es indispensable reconocer que es un personaje con escaso sentido moral y poca visión estratégica (pensamiento a largo plazo). Sus acciones y ataques son más bien tácticos. Decía Carl von Clausewitz en su obra “De la Guerra” (1832), que toda decisión táctica debe estar subordinada a un propósito estratégico mayor, que a su vez responde a objetivos políticos y sociales. Con Trump no parece haber tal propósito mayor, lo cual lo hace aún más peligroso.
Sus más recientes ataques siguen al pie de la letra la ideología Roy Cohn. Afirmar que Canadá debe ser el estado 51 de EEUU es un absurdo táctico, sin el menor cuidado de lo que eso representaría para la región (conflicto, polarización y guerra). Cambiar el nombre del “Golfo de México” por “Golfo de América” es también una ocurrencia, cuyas implicaciones jurídicas y geopolíticas serían graves. Amenazar con declarar a los carteles mexicanos como “organizaciones terroristas” es otra falacia, sin considerar las consecuencias para el propio sistema financiero norteamericano, donde circulan los recursos del narcotráfico y cuyos bancos pasarían a ser coadyuvantes del terrorismo.
Así las cosas, el mundo volverá a vivir tiempos ominosos, donde atacar, negar y mentir redefinirán las reglas del juego político internacional.
Preparémonos.