Las universidades no son solo centros de enseñanza y de investigación, sino espacios donde se vive el diálogo, la pluralidad y la libertad. Son instituciones que atesoran y transmiten los valores civilizatorios, a través de la cultura.
Un ejemplo del poder de la cultura como espacio de encuentro en la diversidad, es lo sucedido el fin de semana con la proyección del concierto de Juan Gabriel “Mis 40 en Bellas Artes”, en la explanada de la Cineteca de la Universidad de Guadalajara, en el Centro Cultural Universitario.
Más de 7 mil personas ocuparon el espacio público para bailar y corear a todo pulmón las canciones del Divo de Juárez, un símbolo de la cultura mexicana. El evento gratuito, que se pudo haber visto en YouTube desde una tableta, representó el pretexto perfecto para hacer comunidad, en momentos donde el individualismo y la dictadura del ego parecen ganar la batalla.
Hanna Arendt, en La Condición Humana, reflexionaba sobre la importancia del espacio público como un lugar para el encuentro con “el otro”, donde se ejerce la libertad política, y también la empatía. Decía que la supresión (privatización) de estos espacios daba cabida a la fragmentación de las sociedades, al egocentrismo y a la aparición de la violencia al perder el sentido de comunidad.
En un contexto nacional y local tan polarizado, donde el 75% de tapatíos y 50% de zapopanos perciben inseguridad, y siete de cada diez personas ha tenido un conflicto directo con sus vecinos (ENSU, 2024), la solución no radica en más cotos, más bardas o mayor aislamiento, sino en la recuperación paulatina del espacio público.
Michael Sandel, en Lo que el Dinero no Puede Comprar: Límites Morales del Mercado, advierte también que la falta de espacios de encuentro donde interactúan personas de diferentes estratos sociales, económicos y culturales debilita el tejido social. Cuando lo privado y exclusivo prevalecen sobre lo público y plural, difícilmente florece la empatía.
Apostar por la recuperación y apropiación del espacio público mediante la cultura es apostar por una ciudadanía activa. Desde la universidad se fortalece también la democracia y la convivencia en la diversidad.