Cuando el empresariado sinaloense pide que el gobierno federal le condone impuestos y permita diferir el pago de las cuotas obrero-patronales al Seguro Social y al Infonavit, la presidenta Sheinbaum dice que “el mejor apoyo que podemos dar es que el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana está en Sinaloa”.
La esquiva declaración la hizo el viernes en Palacio Nacional.
El hecho es que Omar García Harfuch acampa en Sinaloa, pero no para paliar problemas económicos, sino para intentar disminuir los índices de violencia que se dispararon desde hace tres meses con la guerra entre mayos y chapitos.
¿Qué puede hacer el respetado estratega policiaco por lo que de manera precisa claman las presidentas estatales de la Coparmex y la Canaco, Martha Reyes y Guadalupe Zavala, que calculan el quebranto económico en 18 mil millones de pesos y la pérdida de 25 mil empleos?
Piden la condonación del pago de luz para los “pueblos mágicos” a donde no llegan turistas, porque los accesos están bloqueados por las bandas delincuenciales y la gente se ha quedado sin trabajo.
¿Qué puede ante eso hacer García Harfuch?
La negativa presidencial contrasta con lo que hicieron ya el ayuntamiento de Culiacán y el gobierno del estado, el primero liberando aunque sea 12 millones de pesos y el segundo 62 para apoyar a micros y pequeños comerciantes (el 23 de octubre, el debilitado y titubeante mandatario Rubén Rocha Moya anunció la condonación de multas, recargos e impuestos sobre nómina del bimestre septiembre-octubre de 2024), pero el total de 74 millones es prácticamente nada frente a 18 mil millones perdidos.
El “asquito” para apoyar a la “pequeña burguesía”, dirían los marxoides trasnochados de los 60 y 70, es el estilo de López Obrador que Sheinbaum heredó.
Como se vio durante la pandemia, AMLO no quiso respaldar a tenderos, locatarios de mercados, restauranteros, hoteleros, comunidades artísticas, prestadores de servicios y demás generadores de empleos, y repitió su pichicatero modelo ante el desastre de Otis, el mismo que Sheinbaum aplicó ante la devastación de John en el mismo Acapulco.
Lo que García Harfuch y las fuerzas armadas deben resolver (aunque nada indica que lo harán) son más de 500 asesinatos, casi 600 desapariciones (que en su mayoría suelen traducirse en homicidios), el robo y vandalización de casi mil vehículos, frenar el cobro de piso desatado en los últimos tres meses y abatir los secuestros exprés (sobre todo en Navolato, Eldorado y la capital Culiacán).
Como durante la pandemia, la parálisis de actividades se da porque la gente no sale de sus casas ante el riesgo de quedar entrampada en una balacera. Por esto disminuyó la presencia en escuelas, restaurantes y cantinas (que cierran a las siete en lugar de las nueve, o a las 10 de la noche y no a la una o dos de la mañana). Cómo estarán las cosas que en los antros se celebran tardeadas.
El desastre económico solo Sheinbaum lo puede resolver, pero no quiere...