A partir de la tarde de este martes el mundo estará mirando, muy preocupado, a EU. No parece haber escenario para ser optimista, yo no lo encuentro.
Comencemos con las encuestas y la incertidumbre que anuncian; así lo resumió ayer Nate Cohn en The New York Times: “A un día para que termine la campaña de 2024, las encuestas muestran una de las elecciones presidenciales más reñidas de la historia de la política estadunidense. En los campos de batalla clave a nivel colectivo o nacional, ni Kamala Harris ni Donald J. Trump lideran por más de un solo punto porcentual.
“Ninguno de los candidatos tiene una ventaja significativa en suficientes estados para ganar 270 votos electorales. En la historia de las encuestas modernas, nunca ha habido una carrera en la que las encuestas finales mostraran una contienda tan reñida. Si los promedios de las encuestas son exactos al decimal (no lo serán), Harris apenas necesitaría superar a las encuestas para prevalecer”.
Hoy estaremos todos pendientes, los medios mexicanos y del mundo han movilizado a sus equipos para reportar desde EU, pero es casi un hecho que hoy en la noche no sabremos lo que queremos saber: quién ganó, sino que sabremos el inicio del caos.
Las particularidades del sistema electoral estadunidense provocan en buena parte de los estados clave, los que definirán la elección, que los conteos de votos por correo, votos depositados antes de este martes, puedan tardarse días. Sí, es posible que algún medio de comunicación —como es la tradición— anuncie un ganador, pero en este ambiente esa posibilidad es muy remota.
El trumpismo se ha dedicado los últimos meses a instalar funcionarios en comités electorales locales y a movilizar seguidores para hacer del conteo una pesadilla.
El mismo domingo, en Pensilvania, Trump volvió a mencionar que le hicieron fraude hace cuatro años: “No debería haberme ido, quiero decirlo honestamente”. Y anunció: “Así que ahora cada casilla electoral tiene cientos de abogados parados allí”.
Los escenarios no son alentadores. Si gana Kamala Harris después del largo conteo, la movilización de los trumpistas convencidos, desde ahora, de que la elección es fraudulenta, hará de los próximos meses un infierno.
Si gana Trump, pues eso, Trump en la Casa Blanca.