Los 11 jueces que forman la Corte Suprema del Reino Unido comenzaron a ver, este martes, un caso inédito y sorprendente, y también grave y delicado, porque involucra directamente al primer ministro Boris Johnson. ¿Violó la ley Johnson al decidir suspender durante cinco semanas, por prorrogación, el Parlamento de Westminster? En agosto, cuando anunció esa decisión, su razón (o su pretexto) era que necesitaba tiempo para preparar el discurso de la Reina, es decir, para articular su programa de gobierno, leído tradicionalmente por la reina de Inglaterra. Pero sus adversarios afirman, con razón, que fue una maniobra para reducir el tiempo que tienen los legisladores para bloquear un brexit sin acuerdo con la Unión Europea. La historia nos concierne, pues muestra las similitudes que tiene el populismo inglés con el populismo que avanza en todo el mundo, sin excluir a nuestro país: autoritarismo, desprecio por la verdad, irresponsabilidad, ofensiva contra las instituciones democráticas.
El populismo ha florecido, no en la periferia, sino en el corazón mismo de Occidente. Inglaterra detonó su racha de victorias con el referendo del verano de 2016, en el que ganó el brexit. En esa causa resultó fundamental el papel que desempeñó Boris Johnson, el político más popular en Inglaterra. ¿Por qué apostó al brexit? Porque era lo que le convenía, responde el periodista irlandés Fintan O’Toole en un texto publicado en El País. O´Toole recuerda las horas inmediatamente anteriores al 21 de febrero de 2016, cuando Johnson, entonces alcalde de Londres, anunció a la prensa que iba a apoyar la campaña para dejar la Unión Europea. Los sondeos señalaban que nadie tenía tanta influencia sobre los votantes como él. ¿Cómo tomó esa decisión? “El 20 de febrero de 2016 escribió un mensaje de texto al primer ministro David Cameron para decirle que iba a defender la salida de la Unión Europea”, dice O’Toole. “Al cabo de unas horas volvió a escribirle y le dijo que quizá cambiase de opinión y apoyase la permanencia. En algún momento entre ese mensaje y el día siguiente escribió al menos dos columnas para The Daily Telegraph. Se acercaba la hora de entrega, así que redactó un artículo argumentando apasionadamente a favor de la salida y otro sosteniendo que el precio sería demasiado alto”. Johnson, al optar al fin por el brexit, no estaba seguro de haber adoptado la postura correcta en uno de los asuntos más importantes a los que se había enfrentado su país desde la Segunda Guerra Mundial. “Al final de aquel fatídico fin de semana de 2016, The Daily Telegraph, que le paga 275 mil libras al año por una columna semanal, guardó obedientemente en un cajón su alegato a favor de la permanencia y publicó el texto antieuropeo”, concluye O’Toole.
Boris Johnson intuyó que apoyar la salida de su país de la Unión Europea era la opción que más convenía a su objetivo: ser el líder de los conservadores, para llegar a ser el primer ministro de Reino Unido. Si ganaba el brexit, Cameron tendría que renunciar (como lo hizo) y él quedaría bien colocado para sucederlo; si perdía el brexit, el debate seguiría abierto y él mismo habría ganado la simpatía de las bases del Partido Conservador. Por eso apoyó una causa en la que, como dijo luego él mismo, creía apasionadamente.
Investigador de la UNAM (Cialc)
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