Desde hace algún tiempo era previsible que la oposición partidista no iba a ser suficiente para contener las iniciativas regresivas de Andrés Manuel López Obrador.
Al principio de su sexenio fueron el Instituto Nacional Electoral y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) los que acotaron algunas intentonas presidenciales… hasta que del INE salieron los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama quedando en sus lugares perfiles sumisos al proyecto morenista. Al INAI le recortaron recursos y lo han ido desmantelando mermándole fuerza y efectividad.
Desde el comienzo del sexenio los Jueces y Magistrados federales fueron un dolor de cabeza para las intenciones obradoristas al fallar en contra de diversos proyectos o decisiones del régimen.
Este contrapeso funcionó mejor luego de la fallida intentona morenista de extender la presidencia de Arturo Zaldívar al frente de la Suprema Corte de Justicia y con la llegada de la Ministra Norma Piña, quien apuntaló la autonomía y la separación de poderes.
Sin embargo, tras los resultados oficiales de las elecciones del pasado 2 de junio el presidente retomó con mayor coraje sus ideas al grado de precipitar reformas que quiere sean aprobadas en el primer mes de la siguiente legislatura y último de su sexenio.
Desde hace un tiempo -lo comentamos desde abril del año pasado- se veía que solo hay tres poderes que podrían hacerle frente a López Obrador: las fuerzas armadas constitucionales, las fuerzas armadas no legales que operan en todo el territorio nacional, y el gobierno de Estados Unidos.
Este último ya decidió mostrar abiertamente su oposición a la reforma judicial de la 4T porque afecta a la certeza a la inversión privada, y de paso dejó entrever su malestar hacia el gobierno de López Obrador por la pobre colaboración contra las nuevas drogas.
López Obrador puede tener toda la seguridad de un futuro tranquilo en territorio mexicano siempre y cuando no se suba confiadamente a aviones susceptibles de ser desviados a otro país -recordemos al Mayo-, pero todo apunta a que una vez que traspase la banda presidencial no tendrá paz fuera de nuestras fronteras.